29 julio, 2021
Mar Lafuente / Foto y vídeo: Vicente Escrivà y Fernando Murad
Cuando se juntan los astros y el destino hace de las suyas nacen proyectos tan bonitos como Les Freses. Envuelta en un “contubernio de cosas fantásticas que se ponen en común”, como asegura su propietaria Mara Bañó, ve la luz esta bodega alicantina. Y es que en lo que fue un campo de cultivo de fresas que había quedado abandonado, Mara ha podido cumplir su sueño plantando viña. No es casualidad que muy cerca de las tierras donde se elaboran los vinos de Les Freses se encuentren los restos de la bodega más antigua de Europa, en L’Alt de Benimaquia. Desde el siglo VI a.C., en este territorio se hace magia, vinos que enamoraron a los íberos, a los romanos, a los piratas y que ahora conquistan a cualquiera que los prueba.
Cada vino cuenta una historia diferente y nosotros hoy descubrimos todo lo que hay detrás de los de Les Freses. Hechos con amor al pasado, al origen, al Mediterráneo y al Montgó, son vinos que saben a tradición, cultura y futuro. De un trago nos trasladamos hasta su punto de partida, en la localidad de Jesús Pobre, detrás del Parque Natural del Montgó y a escasos kilómetros del mar de Dénia. Es aquí, en la comarca de la Marina Alta, donde Mara comienza su aventura en el mundo del vino.
Ella venía de trabajar en la hostelería y desde siempre le había gustado el vino como objeto gastronómico. Con la ayuda de sus amigos Pablo Calatayud, de Celler del Roure, que le puso “la cabeza como un bombo” y Jaume Soler, botánico de Gata de Gorgos, su ilusión de elaborar vino se hizo realidad en Les Freses. Es una finca de 14 hectáreas juntas que le permitió pasar de servir el vino a elaborarlo con sus propias manos. En lo que antes otros soñaron con un campo de fresas, hoy es un regalo que ha llegado a la vida de Mara para quedarse.
Fieles al origen y al territorio, decidieron plantar las variedades que habían sido más “felices» en la Marina Alta antes de la filoxera. Así es como empezó su obsesión por la moscatel, la uva reina de esta comarca y ahora la protagonista también en Les Freses. La finca tiene suelos muy diferentes, en la parte de arriba es arcilloso y muy rojo, en cambio, en la parte de abajo es calcáreo, muy blanco e incluso arenoso con conchitas de la playa. Esto les permite, con los mismos clones de moscatel, tener vinos muy diferentes. “Es increíble poder jugar con todos estos suelos”, nos cuenta Mara Bañó.
Siempre que hablamos de moscatel se nos vienen a la cabeza vinos dulces, pero no tiene por qué ser siempre así. “Mi objetivo es borrar para siempre de los discos duros de las cabezas de la gente que la moscatel es dulce”, afirma convencida la propietaria de la bodega. Y la verdad es que no solo se hace mistela con esta variedad, en Les Freses empezaron a trabajar los blancos secos y Mara añade “hemos descubierto un mundo brutal”. Descubrió estos vinos en Italia y en la zona de Sierra de Ronda y no ha tardado ni un segundo en llenar el hueco de blancos secos de moscatel en la Marina Alta que además son para ella “el matrimonio ideal” o “el maridaje perfecto” para la comida que se hace en esta comarca.
Pero en Les Freses no trabajan únicamente con esta variedad blanca. El 20% de los viñedos que trabajan son de tintas, entre ellas cuentan con forcallat, giró, monastrell y montalbana. Variedades muy diferentes y que “a medio y largo plazo van a tener su hueco en el mercado”, afirma Mara. Tan peculiares que la montalbana todavía no está reconocida como variedad por el Ministerio y la forcallat que ha estado muy denostada, ahora tiene un camino muy bonito por explorar, ya que le va muy bien a los arroces de la ‘terreta’. En la zona de Moixent y Les Alcusses lo han hecho muy bien con el Arcos y la Mandó y yo creo que en La Marina tenemos que encontrar el nuestro con la forcallat y la tardana”, asegura la bodeguera.
Y si hay algo que hace que los vinos que nacen en La Marina Alta sean tan especiales es su clima. Mara nos dejó sorprendidos cuando dijo “¿sabéis que Dénia tiene los mismos datos de pluviometría que Santiago de Compostela?”. Es esto mismo lo que les hace diferentes a los demás vinos que nacen en Alicante, porque siguen conservando una pluviometría muy alta que marca un terroir distinto del que puede haber en el Vinalopó, por ejemplo.
En su obsesión por hacer las cosas distintas, también hacen todas sus elaboraciones de diferente forma: acero inoxidable con levaduras propias, en damajuanas o en las ánforas de barro; aunque todos respetando los tiempos y las costumbres tradicionales. Con todo esto detrás y con mil ideas en la cabeza, nacen los vinos de Les Freses. Vinos con mucha personalidad que cuentan cada uno una historia. Nacen de distintas variedades, pero todos con sabor a mediterráneo, con el mismo origen.
“Necesitaría tres vidas para hacer todos los vinos que tengo en la cabeza”, esta fue la frase de Mara cuando le preguntamos sobre sus proyectos de futuro, a lo que añadió “pero hay vinos que vienen solos”. Tras esto nos contó la singular historia de cómo surgió Ánfora. Es un vino que nace mientras jugaban a ser íberos del siglo VI a.C. imitando los vinos que se elaboraban en la bodega más antigua de Europa que está muy cerca de Les Freses. Construyeron una ánfora como las que se encuentran en el museo arqueológico y las llenaron de mosto para ver qué pasaba. El resultado fue un vino muy bueno. Pero hay un vino que le lleva loca desde hace unos años: un moscatel rosa. Encontraron en Teulada una planta de moscatel rosa, es una especie de albino, “algo único y peculiar”, describe Mara.
Vinos muy diferentes entre ellos pero con muchas cosas en común, entre ellas las etiquetas. Todas siguen una misma gama para que cuando se ven juntos en un golpe de vista se identifica a la bodega. Su amiga Patricia Bolinches es la encargada de plasmar todas las ideas que tiene Mara en la cabeza que, desde un primer momento, le entendió muy bien y ha ido desarrollando todas sus ideas. “Es algo muy aséptico, cada uno cuenta una historia y lo cuenta bien, de eso se trata”, añade la propietaria de Les Freses.
Una bodega con mucho encanto que, además, al estar entre Dénia y Jávea te conecta con el turismo de primera mano. Es la única bodega cerca de estas localidades y que completa los días de sol y playa que tanto nos gustan. Además, Dénia es ciudad gastronómica por la UNESCO y con el enoturismo de Les Freses se crea una experiencia gastronómica perfecta. Descubre Les Freses y enamórate del maravilloso mundo que rodea a Mara Bañó.
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