11 marzo, 2022
Pepelu González / Fotos y vídeo: Vicent Escrivà, Paula Jiménez y Fernando Murad
Los amplios conocimientos de sumiller de Raúl Calatayud, propietario y actual jefe de los fogones de La Cepa Vieja, lograron hacer un maridaje de riesgo con los vinos de Bruno Murciano al atreverse con el casamiento de las alcachofas con el vino tinto. Un hecho que desmitificó esa relación antagónica.
Situado en los aledaños de la Estación de Joaquín Sorolla, La Cepa Vieja no solo destaca por sus productos de calidad y de kilómetro 0, sino también por su bodega. Esta, ubicada al fondo del local, contiene elaboraciones de gran valor, casi todos de pequeñas y menos conocidas bodegas. Vinos con unas cualidades y características únicas como los de Bruno Murciano.
Raúl, junto a Cecilia, propietarios del establecimiento, nos recibieron en su local con el fin de romper los esquemas de sus compañeros sumilleres. Tanto que se atrevió a maridar uno de los vinos de Bruno Murciano, concretamente el ‘Cambio de Tercio’ con un plato a base de alcachofas. Un hecho que, según Raúl, le habría supuesto el suspenso directo en la escuela de sumilleres.
Un maridaje arriesgado que, gracias a las características del vino elaborado por Bodegas Bruno Murciano, casó a la perfección, uniendo dos taninos muy diferentes y convirtiéndolos en una armonía digna de estudio.
El segundo plato, a base de pluma ibérica, era un “win to win”. Este compaginaría de una manera excelente con el segundo tinto propuesto por el propio Bruno, ‘L’Alegria’. Una elaboración que resaltaría, a la perfección, la calidad de la carne de La Cepa Vieja, hecha, por supuesto, a la brasa, por el mismo Raúl.
Los vinos de Bodegas Bruno Murciano fueron un completo acierto para acompañar a los platos propuestos por Raúl. Gracias, también, a los conocimientos del hermano de Bruno, José Luis, el cual dejó todo para compartir esta experiencia familiar. Un sueño que se convirtió en realidad y que, con el arduo trabajo que ambos realizan para la bodega, han logrado crear elaboraciones capaces de sorprender a todos aquellos que las prueben.
Unos tintos, nacidos del amor fraternal, que sirvieron para que Raúl se atreviese a realizar un maridaje impropio de un sumiller de su nivel. Pero que, en primera persona, puedo corroborar que fue todo un acierto.
Los vinos de Bruno Murciano pusieron a prueba los conocimientos culinarios y gastronómicos de los fogones y brasas de La Cepa Vieja. Unas dotes que, gracias a las brasas, lograron armonizar a la perfección los platos propuestos por Raúl con los vinos de Bruno que, por supuesto, se encuentran en la valorada cava del establecimiento.
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