21 agosto, 2015
Julián López es una de esas personas que sueña cada noche metas que quiere alcanzar en la vida. Y lo hace siempre con el objetivo de mejorar. De mejorar como persona, de mejorar su empresa, de mejorar la felicidad de los que le rodean. Y lo hace siempre con la calma y la bondad presidiendo cada una de sus acciones. Es por eso, en gran parte, y por la enorme pasión y el tesón que pone en cada proyecto que emprende, que parece no haber nada capaz de parar su entusiasmo.
Julián es empresario curtido en más de una batalla y esa es una ventaja que sabe llevar al terreno bodeguero. Porque eso es lo que hoy le considera con enorme respeto el sector vinícola. Se lo ha ganado a pulso. No hay nada más que ver la evolución de una firma, Chozas Carrascal, para darse cuenta. Y no sólo por los excelentes resultados comerciales y de crítica que la firma ha alcanzado, sino también porque una sola visita a la bodega, justo detrás de la estación del AVE de Requena-Utiel, es suficiente para comprobar que tiene muy claro cada paso que da. Es una de las joyas de la DOP Utiel-Requena.
Pero Julián tiene una gran suerte y él lo sabe y lo reconoce. María José Peidro, la mujer que se cruzó en su camino hace ya unos años y sus hijos, son siempre un respaldo a cada sueño que ‘papá’ decide emprender en la vida real. Y así se está escribiendo la historia de este soñador, que siempre quiso ser bodeguero, y que hoy ha logrado cimentar uno de los proyectos vinícolas más destacados de la Comunidad Valenciana.
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