18 marzo, 2021
Mar Lafuente
Es normal que una denominación de origen esté formada por varias comarcas o pueblos, pero no suele ser común que agrupen municipios de diferentes provincias. Esto es una de las cosas que hace de Jumilla una denominación de origen especial. Desde la parte sureste de Albacete hasta el norte de la provincia de Murcia nacen vinos que están marcados por su ‘terruño’. Y es que la combinación de la variedad de uva, la composición del suelo, la orientación y el podado de las cepas, y la climatología hacen de este territorio una zona idónea para la producción de vino. Hoy viajamos hasta Hellín, uno de los siete municipios, repartidos entre Albacete y Murcia, en los que se divide la Denominación de Origen Protegida Jumilla.
Al sureste de Albacete y limitando por el sur con la Sierra de Segura encontramos Hellín, el municipio más poblado de la provincia después de la capital con más de 31.000 habitantes y uno de los más grandes de la DOP Jumilla. El límite con la región de Murcia está marcado por el río Segura, desde la presa del embalse del Cenajo hasta su unión con el otro río que atraviesa la comarca: el río Mundo.
Se sabe que Hellín es una ciudad con una larga historia y de antigüedad paleolítica por los numerosos hallazgos arqueológicos que se han encontrado entre sus tierras, como por ejemplo los diversos mosaicos romanos. Pero entre ellos destacan los del Tolmo de Minateda de origen íbero y las pinturas rupestres de Minateda con más de 400 imágenes figurativas de hombres, mujeres y animales descubiertas en 1922 que unas décadas después, en 1998, se declararon patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Además, este municipio manchego cuenta con un numeroso patrimonio que lo hace de lo más atractivo. El Convento de los Padres Franciscanos, la Ermita de San Rafael, la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción, la parroquia de San Roque o El Museo de la Semana Santa y el tambor son solo algunos de los lugares de interés que un turista no se puede perder si quiere conocer Hellín.
Algo que destaca de esta ciudad es la gastronomía. Todo aquel que pone un pie en Hellín no se puede ir sin probar el emblemático plato de arroz con conejo y caracoles, u otros muy típicos como las migas de pan, los andrajos o el aguamiel. Y tampoco pueden marcharse sin probar el vino de la única bodega de la Denominación de Origen Protegida Jumilla que se esconde en las tierras de esta localidad, la Bodega Ramón Izquierdo.
Algo que comenzó como algo particular se ha transformado en algo profesional. Así nace Ramón Izquierdo Vinos, una bodega que se describe como “la consecuencia de una afición convertida en pasión”. Es un proyecto pequeño y novedoso, pero con una gran creencia de que en las tierras del sureste de España también se puede elaborar un vino natural, vigoroso, elegante y con una personalidad que refleja el paisaje y las tierras de una comarca.
Durante una década elaboraban vino ecológico de manera artesanal para el consumo de los más cercanos. Pero ahora se han marcado el objetivo de llegar, poco a poco, a todos los amantes del vino con la elaboración de pequeñas producciones en las que prima la calidad, lo natural, lo familiar y lo autóctono.
En suelo calizo y de viñedos ecológicos que tienen una edad de entre 15 y 30 años, las más viejas de pie franco, nace el vino tinto Ramón izquierdo. Es un vino 100% monastrell de carácter intenso y que expresa los mejores atributos de la uva reina de estas tierras: la uva monastrell.
Aunque Hellín no es el municipio de la Denominación de Origen Protegida Jumilla con un mayor número de bodegas, sus tierras no dejan de ser especiales para la producción de vino, algo que se demuestra con la bodega Ramón Izquierdo.
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