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Hacienda Solano: las viñas de Ribera que bailan al son de Mustiguillo

28 febrero, 2023

Texto: Mar Lafuente / Foto y Vídeo: Fernando Murad y Pedro R. Arias

Toni Sarrión es un libro abierto del mundo del vino. Su trabajo con Mustiguillo siempre ha estado guiado por la pasión y por poner en valor un territorio elaborando vinos que dignifiquen un lugar. Su apuesta con Mustiguillo le ha llevado a convertirse en un referente en el sector y no solo en la Comunitat Valenciana, también a nivel nacional e internacional. Se enamoró de la bobal y de sus viñedos ubicados en la localidad de Utiel y su Finca El Terrerazo. Ahora se ha vuelto a enamorar, pero del tinto fino y unas parcelas muy especiales de Ribera del Duero, en un pueblecito muy pequeño con el nombre de La Aguilera.

Todo empezó en el verano de 2015, con la visita de su buen amigo Emiliano García y Agustín Cubillo, de la familia propietaria de Hacienda Solano (una pequeña bodega ubicada en Ribera del Duero). Cuando Toni tuvo la ocasión de probar uno de sus vinos quedó totalmente fascinado, pero no fue esto lo que más le llamó la atención. Unos meses después, Emiliano y el bodeguero valenciano pusieron rumbo a La Aguilera para devolver la visita. Es allí cuando se enamoró, cuando vio esas viñas viejas tan especiales, esos suelos tan singulares y ese lugar tan diferente a lo que él conocía hasta el momento de Ribera del Duero. Y así es como Mustiguillo entró en el proyecto.

Toni es de los que prefiere un buen suelo a una viña vieja, pero también de los que asegura que “si hay una combinación de ambas, el 70% del vino está hecho”. Y esto es lo que ocurre en La Aguilera. Las viñas son de lo más especiales, la mayoría tienen entorno a 80-82 años, también hay viñedo prefiloxérico de 1884 y 1890 con una productividad muy baja, pero de una calidad extraordinaria. “Creo que hay que darles importancia, pero no nos tenemos que volver locos. Yo prefiero el lugar y el lugar en Ribera, lo que es La Aguilera, tiene mucha fuerza”, nos trasladaba Sarrión. El enólogo diferencia dos suelos, uno en la parte alta de roca caliza, arenisca descompuesta que produce vinos muy elegantes y, por otro lado, un suelo más arcilloso con un canto de sílice. Ambos le dejaron impresionado.

Un lugar que también hizo cambiar la percepción que siempre había tenido Toni del tempranillo. En el año 2003 decidió dejar de trabajar con esta variedad, todo el mundo quería copiar el estilo de Rioja y de Ribera, pero a él nunca le había terminado de gustar esta variedad en el mediterráneo. Y qué vueltas da la vida. “Nunca pensé que iba a volver a trabajar el tempranillo, allí conocido como tinta fina, pero cuando empecé a ver esas uvas tan sueltas y tan ligeras… Entonces empecé a enamorarme y a comprender lo que es el tinto fino en esa zona”.

Y es así como se gestó que Toni y Mustiguillo se pusieran manos a la obra en una vendimia de Hacienda Solano, invitado por la familia para elaborar alguno de sus vinos. Muchas tardes cogía el coche, incluso sin que nadie lo supiera, para irse de Utiel a La Aguilera. Se llevó hasta allí toda la “cacharrería” que tanto le gusta, para hacer todas las vinificaciones que fueran necesarias, y empezó la magia. Bajo su filosofía hizo una reinterpretación de algunos de los vinos que ya elaboraba la enóloga Sophie Kuhn. “Los vinos que salieron me encantaron y creo que a ellos también les gustó nuestra manera de trabajar”, asegura el enólogo valenciano. Tanto que Agustín le plantea entrar en el proyecto. Entre diferentes opciones al final encontraron la fórmula para que Mustiguillo formase parte del proyecto, vendiéndoles una parte y convirtiéndose así en socios de Hacienda Solano.

Así es como desde hace unos años las viñas de Hacienda Solano bailan al son de Mustiguillo, llevando parte de su filosofía pero sin intentar copiar la fórmula. Ahora trabajan los viñedos parcela por parcela, pero siempre bajo el criterio de la familia Cubillo Solano. Lo que más ha cambiado han sido las elaboraciones, nos contaba Toni, “lo que hemos hecho es intentar elaborar zona por zona, incorporando depósitos más pequeños para intentar zonificar. Ha sido un proyecto continuista. Hemos cambiado un poco la forma de interpretarlo, pero ya era muy bueno entonces y ahora lo sigue siendo con un estilo diferente”.

Y parece que no sólo les ha gustado a ellos. Son vinos que están conquistando a gurús internacionales como Tim Atkin o Robert Parker, de la mano en España de Luis Gutiérrez. Ambos se rinden ante su calidad año tras año con altas puntuaciones. Conversando con Toni sobre los concursos, nos aseguraba: “los puntos son importantes y quien diga lo contrario miente. Lo que pasa es que si tuviera que hacer vinos para que los puntúen, no haría vino. Uno hace vino porque le gusta y porque le enamora”. Entiende que hay que defender el proyecto por lo que es, es eso lo que también conquista a la crítica.

Cuatro vinos son los que conforman el catálogo de Hacienda Solano: Selección, Cascorrales, Viñas Viejas y Peña Lobera. Como se intuye por su nombre, Selección viene de una selección de viñedos más “jóvenes”, de 40 y 70 años. Con él buscan un Ribera diferente, sin nada de maquillaje, de pura fruta, un vino fácil de tomar y que está muy bueno. Un vino menos concentrado de lo que se suele tomar en Ribera, con poca presencia de barrica, que ha obtenido 92+ en las puntuaciones Parker de enero de 2023.

Viñas Viejas, con una puntuación de 94+ Parker, es para Toni el “buque insignia” de la bodega. Este nace de todos esos viñedos viejos con buena orientación en la parte más alta que representa el vino típico del pueblo. “Para mi es un vino fantástico y fácil de beber. A veces nos volvemos locos haciendo vinos excesivamente complejos y, al final, lo importante es que se beba bien y represente una zona”, argumentaba Toni.

Por su parte, Cascorrales y Peña Lobera son dos vinos que vienen exclusivamente de dos parcelas muy diferentes y con una producción muy baja que varía dependiendo del año. Con 94 puntos Parker, Cascorrales viene de ‘cascajo’, de canto rodado, pero no suelo calizo, sino de sílice que da un vino más metálico y rudo. Peña Lobera en cambio es un vino más elegante, sutil y, por ahora, el más valorado por la crítica con 96 puntos Parker. También el preferido de Toni, “es una viña que me encantó, está en la parte más alta del pueblo, con subsuelo de roca caliza, de arenisca que se rompe y se sedimenta; en la parte de arriba cuando pisas parece arena de playa con un viñedo viejísimo. Es algo muy bonito y el lugar transmite mucho, este fue el primer vino que decidimos trabajarlo con muy poca barrica”.

Ahora ya con vinos que cumplen esa filosofía que persigue Toni de dignificar un lugar, el objetivo está en consolidar el proyecto: “ahora tenemos que llegar a una velocidad de crucero, donde las ventas se estabilicen, los vinos sean prácticamente iguales y en los que se refleje cada día más la calidad, la tipicidad, la identidad y que a la gente les gusten”. Porque como nos aseguraba Toni, «la gente no mira analíticas o cuánta madera tiene un vino, la gente quiere disfrutar con el vino, o por lo menos yo quiero que disfruten con los vinos de Hacienda Solano”.

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