1 abril, 2018
El uso de las variedades autóctonas en la elaboración de vinos en nuestra Comunidad es hoy, afortunadamente, una apuesta clara. Tanto nuestras bodegas como la actual generación de enólogos están intentando demostrar que se pueden realizar vinos muy buenos con identidad de zona, con fuerza y pasión, lo que nos permite diferenciarnos del resto, aportando a los vinos todo el carácter mediterráneo de las variedades autóctonas con una mínima intervención en el que campo y que hablen de su terruño. Es una deuda con variedades casi «eternamente» olvidadas e incluso con un papel secundario para graneles de exportación.
Afortunadamente esa tendencia es de agradecer y es hoy una realidad, con un excelente trabajo de los viticultores en la viña para recuperar estas variedades para el disfrute de todos nosotros y ponerlas en valor.
El resultado de todo este trabajo está teniendo sus frutos porque están siendo muy bien considerados por críticos del vino de todo el mundo, con puntuaciones muy elevadas para estos vinos con identidad propia, de carácter mediterráneo, que van a dar mucho que hablar en el futuro. Es para mi un privilegio y un orgullo como sumiller valenciano, poder hablaros de ellos. Os voy a presentar algunas joyitas que tenemos en nuestra tierra y, como diría Nino Bravo en una de mis canciones favoritas «Mi Tierra»… Mis vinos cruzan fronteras.
Variedades blancas autóctonas como, por ejemplo, la Verdil, que nos va a dar vinos afrutados y frescos, muy aromáticos, con buena acidez, racimos de tamaño medio, compactos y de color amarillo dorado. Especial por la zona de Alforins. Otra de las joyas blancas es Moscatel, una variedad muy aromática. La utilizamos principalmente para vinos aromáticos, pero también para coupage para aportar esa parte aromática de la variedad. Racimos grandes de color verde amarillento, destaca en La Marina, Cheste y Turís. Continuaremos con la Merseguera, variedad por excelencia de vinos valencianos. Fina y aromática, de acidez media y poco alcohólica. De color amarillo verdoso la encontramos principalmente por la zona de el Alto Turia.
Si pasearemos por los tintos, podríamos hablar de la reina de Utiel-Requena, la Bobal, que hace vinos de gran intensidad de color, nariz con mucha fruta, muy aromáticos e intensos y agradables. Tiene granos de tamaño medio y color negro azulado. También de enorme personalidad son los rosados que se elaboran con ella. Por la zona sur de Valencia y en Alicante, encontramos la Monastrell, que ofrece vinos de gran calidad, aromáticos, alcohólicos y de color intenso. Tiene granos de tamaño medio. En la zona sur de Valencia encontramos la Mandó, ubicada por la zona de Moixent, con grano de tamaño medio, de ciclo medio, es fragante y fina. Otra variedad a la que se le está dando mucho valor en la zona es la Bonicaire, elegante y muy frutal, aunque pueda faltarle algo de cuerpo y estructura, algo que se compensa con el trabajo excelente de los enólogos. Se está trabajando en el sur de Valencia y Castellón. También destacar el trabajo con la Forcallat de maduración tardía. Presenta notas de fruta ácida como la cereza y posee buena acidez y taninos correctos que recuerdan su terruño. Lo mismo podemos decir de Arcos, también de maduración tardía con bayas grandes. Posee muy buena acidez y mucha elegancia, con notas de soto bosque, mostrando su carácter mediterráneo. Estas dos últimas las encontramos en la zona de Alforins y la Font de la Figuera.
Este es un pequeño repaso por nuestras variedades. Ahora toca conocerlas y compartir una buena copa de vino entre amigos.
Paco Guillén. Sumiller de Taberna Paraíso Travel.
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