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Finca Sandoval; recuperando el espíritu de Manchuela

10 junio, 2021

Marcos Méndez y Javi Revert catan los vinos de Finca Sandoval.

Pepelu González

Finca Sandoval nació, en 1998, de la unión del periodista y tres veces ganador del Premio Nacional de Gastronomía, Víctor de la Serna, y del enólogo Rafael Orozco, en una ubicación especial. Situada en el corazón de la Manchuela central, concretamente en el municipio de Ledaña, Cuenca, su proyecto se ha visto rejuvenecido con la llegada de caras nuevas. Nuevos socios que reforzarán, con sus conocimientos y con su empuje, la idea y la filosofía de la bodega que mantiene sus sólidos pilares.

Desde su creación focalizaron sus esfuerzos en realizar vinos de calidad con un estilo clásico. Un trabajo fundamentado en recuperar la tradición del cultivo de las viñas y en la elaboración de vinos multivarietales. En la actualidad cuentan con diez hectáreas de syrah y otras tantas de la variedad autóctona, la bobal. De esta última podemos encontrar una gran cantidad de viñedos viejos, incluso centenarios. Javi Revert, asesor técnico de la bodega afirma: ‘Lo que se busca desde Finca Sandoval es apostar por las variedades tradicionales con el fin de recuperar el espíritu de Manchuela‘. Una esencia que se verá fortalecida con la incorporación de caras como la del enólogo, Marcos Méndez, encargado de controlar, día a día, la situación de los viñedos y la evolución de sus frutos.

Su ubicación geográfica es óptima para la elaboración de productos de carácter mediterráneo. Una zona en la que predominan los terruños compuestos por piedra caliza y con una altitud por encima de 800 metros sobre el nivel del mar, hacen que tanto sus cepas como sus vinos cuenten con unas características especiales. En este vasto territorio podremos encontrar múltiples variedades, entre ellas: bobal, monastrell, garnacha tinta o la moravia agria. Recientemente, en Finca Sandoval, han comenzado a plantar una viña de syrah con cepas procedentes de una gran propiedad del Ródano y una pequeña parcela experimental de touriga nacional.

Javi Revert aboga por una producción limitada pero de excelente calidad. Aproximadamente unas 100.000 botellas anuales de sus cuatro referencias, todas ellas tintas. ‘Fundamentalista, Salia, Finca Sandoval y La Rosa’ son los vinos que ahora mismo producen. Unas elaboraciones jóvenes, de la añada de 2019 y multivarietales. Actualmente, están centrando parte de sus esfuerzos en su nueva creación, un nuevo proyecto, su primer blanco.

Con ‘Fundamentalista’, Finca Sandoval, deseaba elaborar un vino típico de la zona de Manchuela. Nacido de un bobal plantado hace más de 80 años sumado a otras cuatro variedades, entre las que se incluye un 30% de uvas blancas. Un coupage que se define desde el viñedo, a causa de vendimiar todas las parcelas juntas, sin separar absolutamente nada, mezclando de este modo el bobal con el resto de variedades que componen este tinto. Su maduración se realiza en una tinaja de barro, con el fin de ser respetuosos con el modus operandi tradicional. Así nace un vino ecológico que cuenta con una producción de 2500 botellas.

De un ensamblaje de syrah de los terrenos de Finca Sandoval y de la variedad bobal procedente de viñedos viejos, nace ‘Salia’. Un vino que refleja la identidad vitivinícola de Manchuela y, concretamente de Ledaña. 20.000 botellas de producción para un tinto considerado como la base de la pirámide de la bodega.

Las parcelas más interesantes del Paraje Casa Blanca, aquellas cuyos suelos están compuestos de roca caliza, son las artífices del nacimiento del tinto ‘Finca Sandoval’, un ensamblaje de syrah y bobal. Un producto que emerge de las uvas de los suelos donde la caliza está más disponible, un hecho que sirve para dotar a los vinos de una mayor elegancia, estructura, mineralidad y figura. Una elaboración que se cría, durante 15 meses, en fudres de 5000 l y que tiene una producción de 7.000 botellas.

La punta de la pirámide de esta importante bodega de la D.O. Manchuela es ‘La Rosa’. Un vino de parcela que honra a uno de los productos más típicos de la zona, el azafrán y su rosa. Una elaboración nacida de un viñedo especial, plantado en 1939 sobre gravas calcáreas donde predomina sobre otras variedades, la bobal. Un producto que se expone a una crianza de 15 meses en barricas de roble francés de 500 l y del cual se elaboran 2500 botellas.

Un proyecto que, tras un tiempo en stand by, vuelve con fuerza para recuperar ese sentimiento y amor por el vino que desprende la D.O. Manchuela. Un lugar privilegiado y con una climatología perfecta donde nacen productos de una gran calidad.

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