1 enero, 2025
Mar Lafuente
En el corazón de la Marina Alta, entre Jesús Pobre, Pedreguer y Benissa, nace un proyecto que refleja la personalidad mediterránea de sus tierras y la innovación vinícola: Finca Mont Roig. Lo que empezó como la recuperación de una pequeña parcela abandonada en 2013, ahora se ha transformado en un proyecto de lo más especial: una bodega que abraza la tradición, la sostenibilidad y la pasión por hacer vinos que cuentan historias.
El camino de Finca Mont Roig empezó con una decisión poco convencional: plantar Chardonnay, una variedad atípica en una tierra en la que la Moscatel es protagonista. Esta elección fue estratégica y personal, “queríamos diferenciarnos y ofrecer algo único en la zona”, asegura José Antonio Dólera, quien puso en marcha el proyecto. Así, en 2015, tras adquirir derechos de plantación y estudiar a fondo las características del suelo, en este caso arcillo-limosos y ricos en caliza, vio la luz la primera parcela de Chardonnay, adaptada perfectamente al clima mediterráneo, caracterizado por lluvias intensas y una marcada influencia marítima.
El primer vino que vieron nacer las tierras de Finca Mont Roig fue Marofe, un Chardonnay 100% fresco, de tensa acidez y con un carácter marcadamente mediterráneo. Su nombre es un tributo al abuelo de la esposa de José Antonio, quien en 1918 estableció una fábrica de pañuelos en Pedreguer bajo la marca “Marofe”. Este vino es un reflejo de las tierras de las que nace, pero sobre todo es un homenaje a una familia que dejó huella y contribuyó en la región.
Finca Mont Roig ha seguido experimentando y evolucionando constantemente. Durante todos estos años que llevan ya en marcha, llegó Rosers, un vino que surge de la búsqueda de equilibrio entre la madera y la frescura. Con tres meses de crianza, es el acompañante perfecto para arroces melosos o fideuás, destacándose por su elegancia y versatilidad. Su etiqueta, un homenaje a las “escaldàs” de la pasa, es un guiño a la riqueza cultural de la Marina Alta.
También llegó Bisserot, un coupage de Chardonnay, Moscatel de Alejandría y Viognier, representa la intersección de culturas y saberes. Su nombre hace referencia al antiguo poblado mozárabe de la zona y simboliza la riqueza histórica de la zona. Este vino, con su ligera maceración en hollejos, resalta los aromas de fruta blanca y una estructura singular que lo diferencia en el mercado.
Tossal Roig ha sido la última incorporación de la bodega, una creación que reafirma su apuesta por la singularidad. Es un tinto natural, elaborado 100% con Syrah y un ejemplo del potencial del territorio para producir vinos mediterráneos auténticos y expresivos. Fermentado en cubas de acero inoxidable y sin sulfitos añadidos, este vino brilla por su carácter y personalidad.
Desde sus inicios, Finca Mont Roig se ha alineado con los principios de la viticultura regenerativa y la elaboración de vinos naturales. En sus botellas, no hay rastro de aditivos ni clarificantes; solo el fruto de una tierra trabajada con respeto y una fermentación con levaduras autóctonas. Aunque los consumidores aún se están familiarizando con la estética y el concepto de los vinos naturales, la bodega ha optado por un ligero filtrado para facilitar su aceptación inicial.
Con plantaciones de la autóctona Merseguera y el viñedo de Syrah, Finca Mont Roig busca seguir innovando y sorprendiendo. “Nuestro objetivo es hacer vinos distintos que no se encuentren en el mercado, pero que sigan siendo fieles a nuestra tierra”, afirma José Antonio. Con un enfoque biodinámico, la bodega se está posicionando por su amor a la tierra en la comarca de la Marina Alta.
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