30 octubre, 2019
Texto: Jaime Nicolau. Fotos: Arsenio Gálvez (Finca Antigua)
Los molinos de Campo de Criptana, Ciudad Real, en el horizonte. A la espalda el Castillo de Belmonte. Estamos en Finca Antigua, Los Hinojosos, Cuenca, a pocos kilómetros la provincia de Toledo. 1000 hectáreas de terreno en el nudo donde se entrelazan tres provincias manchegas. 1000 hectáreas de las que 421 son viñedo repartido en 40 parcelas, a 900 metros de altitud, un paraíso para la viña, que se refleja en unos vinos espectaculares que tienen la tremenda capacidad de trasladarte a cada uno de los rincones de la finca. Un paraíso en pleno corazón de La Mancha, con una oferta enoturística brillante, a tan solo hora y media de la capital de España, propiedad de una de las familias, Martínez Bujanda, más emblemáticas en el sector del vino español.
Hemos quedado con Diego Martínez, director comercial de esta firma del sector vinícola que cuenta en la actualidad con cinco bodegas. Nuestro destino es Finca Antigua. El paisaje manchego va virando conforme nos acercamos. En ella ya es un entorno único de monte bajo, con una rica flora autóctona de encinas, coscojas y arbustos, como romero y tomillo, y otras plantas mediterráneas, y con una fauna diversa. Con especies como lagarto ocelado, lirón careto, perdiz, conejo o liebre, algunas de las cuales dan precisamente nombre a su variada oferta enoturística. Allí todo convive en tremenda armonía. Recorremos la finca deteniéndonos en las más emblemáticas de sus parcelas. Desde la extensa Pedazo Chicote, una espectacular lengua de viñedo de más de 80 hectáreas que estará entre las más extensas de Europa, hasta su Pico de Garbanzo, la más emblemática de todas con cuatro hectáreas en las que se combinan diversas variedades. Todas las parcelas perfectamente identificadas con su nombre, variedad, superficie, año de plantación y altitud exacta. Pasamos de la Sierra de la Higuera a La Alfalfa, La Cantera… y así hasta cuarenta. Convive un viñedo más joven, plantado por la familia Martínez Bujanda hace unos 15 años, con el más viejo que llega casi al medio siglo y una amalgama de suelos que cambia radicalmente en solo unos metros. Variedades autóctonas, pero también foráneas porque la finca es tan especial que ofrece un enorme juego. Salen de ella una gama de 12 vinos compuesta por un blanco de viura, seis monovarietales, un organic wine, un crianza, un reserva, un dulce y Clavis, un vino muy especial que combina ocho variedades y que es una referencia obligada entre los grandes vinos españoles.
Con una fotografía exacta de la dimensión del proyecto en nuestra mente, regresamos a la bodega, construida en la parte más alta, en torno a una balsa de agua de la que se abastece toda la finca, con la ayuda de tres pozos. La sostenibilidad es una de las grandes apuestas de la firma. No cabía otra filosofía, gozando de su privilegiado enclave que «convivir» con toda la belleza y la biodiversidad de la Finca. Lo trataremos en otro reportaje porque trabajan en proyectos pioneros en los que merece la pena detenerse.
Comenzamos el recorrido por la nave de elaboración, dotada de tecnología punta para mimar esa excelencia que a la uva otorgan las condiciones naturales de su ubicación. De ahí a la espectacular nave de barricas, apiladas mediante el sistema de panal de abeja, una patente española que permite optimizar el espacio y que las barricas no soporten peso alguno. Junto a ellas un muro de contención de la balsa exterior construido con las piedras sacadas de los suelos de la propia finca que, además, son regadas puntualmente para que durante dos semanas vayan soltando una humedad controlada, tan necesaria en este espacio. Roble americano y francés, barricas nuevas cada cuatro años, para que todos los tintos pasen un mínimo de seis meses por ellas. En el caso del Clavis, barricas nuevas al 200%, pues pasa dos veces por ese proceso. De ahí a la sala de crianza en botella, repleta de jaulones de 500 botellas y a la embotelladora. Hemos llegado de nuevo al punto de partida. Nos espera una sala de catas espectacular que mira al imponente viñedo. Todo en este proyecto gira en torno a su «tesoro», las 1000 hectáreas de finca.
Se incorpora a nuestra visita Lauren Rosillo, el director técnico de la firma que de un vistazo nos da las claves del proyecto. «Elaboramos nuestros vinos pensando siempre en que se identifiquen con esta finca tan especial de la que provienen. Que te transporten a cada parcela. Las condiciones climáticas que nos otorga nuestro emplazamiento son muy especiales. Son vinos con mucha personalidad, con fruta y con una acidez tan marcada, que le otorgan una longevidad espectacular». Es un aviso de lo que viene pues comienza el desfile con el blanco Viura sobre Lías. Simplemente descúbranlo, pues es uno de los vinos blancos que más nos han sorprendido en los últimos años. Y como para muestra un botón, Lauren desaparece unos instantes de la sala y regresa con la añada 2008 de este vino. Un espectáculo ver cómo apenas ha evolucionado su color y se mantiene con una enorme viveza. Longevidad constatada. Le sigue el primer Organic Wine de la firma, que es una explosión en nariz. Te coge de la mano y te lleva a la parcela de la que proviene. Es una constante en la cata cuando se suceden los seis monovarietales. Todos ellos muy diferentes. Todos ellos brillantes, especialmente el Syrah. Llegamos a Clavis 2010. De entre todas las parcelas, Pico de Garbanzo es especial para todo el equipo de Finca Antigua. Y ese carácter diferente querían trasladarlo a un vino que es un auténtico espectáculo. Si uno mantiene los ojos abiertos viaja al centro de esas cuatro hectáreas salpicadas de variedades diferentes (así estaba cuando adquirieron la finca y así se ha quedado por sus especiales condiciones). Pero si los cierras, entiendes que este vino puede y debe soñar pelear con los mejores tintos del panorama vitivinícola español.
La Casona, enoturismo con mayúsculas
Pero lo contado no es todo. Acabamos la visita en La Casona, la antigua casa de la finca, rehabilitada con sumo gusto, y que es el centro de enoturismo de la bodega. Cuenta con una sala de catas muy acogedora, una preciosa tienda, y espacios como un salón campero o una zona exterior cubierta para cocinar con brasas. El abanico de la oferta enoturística es amplio y apto para todos los públicos. Los más peques podrán jugar con Pepepillo, la mascota de la casa, un simpático burrito que es feliz en semejante paraíso y al que cuidan con sumo esmero. Prometemos una entrega con toda la oferta enoturística de la bodega. Allí disfrutamos de la cocina manchega, con el Crianza y el Reserva de la familia para terminar con el Dulce de moscatel.
Así pues, Finca Antigua es un lugar que no deja indiferente a nadie. En plena ruta de Don Quijote, ofrece al visitante la posibilidad de perderse, disfrutar de la naturaleza y del silencio en un mágico entorno natural que poco tiene que ver con las preconcebidas grandes extensiones de planicie de viñedo manchego.
Usa la ‘llave’ de Finca Antigua y entra en el paraíso.
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