14 octubre, 2017
Un mercado itinerante. Un castillo derrocado y olvidado (s. VIII). La carretera más bonita de España (N-420). Un puente de origen romano con nombre de mujer. Y un paisaje ilustrado. Escenas y escenarios del tramo alto del Cabriel.
Texto: Rubén López Morán Foto: Fernando Murad Vídeo: Vincent Loop – Fernando Murad
Quién no se ha sentido así alguna vez. Usada la expresión en su sentido figurado. Porque si la tomamos al pie de la letra: Territorio no ocupado entre las primeras líneas de dos ejércitos enfrentados da cierto escalofrío. Cuando el viajero se detiene en la Plaza Mayor de Alcalá de la Vega (Cuenca) se siente un poco así. No en vano, los allí reunidos a ambos lados de la plaza lo miran con extrañeza y curiosidad, como si hubiera venido de otro planeta. Es evidente que el viajero no está esperando las furgonetas del pan y la fruta. Porque aquí tanto la panadería como la frutería son ambulantes. Itinerantes. Así se lo explican amablemente Rufo, María y Eloy. Los más jóvenes de cada casa. ¡Y superan los 70 años! La furgoneta del pan viene todos los días salvo los jueves y los domingos, dice María. En verano todos los días, puntualiza Rufo. En cambio, la de la fruta, sea verano, otoño, invierno o primavera, sólo viene los sábados. Y gracias, que el coche de línea viene cuando lo llamas, remata María.
Eloy no ha abierto la boca hasta que el viajero ha reparado en él. Yo sólo estoy aquí de junio a septiembre, el resto del año estoy en Madrid con mis hijos, responde sin mediar pregunta alguna. Las personas que viven todo el año en Alcalá se podrían contar con los dedos de una mano, supone el viajero, aunque en realidad llegan a 80. No echen las campanas al vuelo, que en los años 40 del pasado siglo se contaban por centenares: 8 para ser exactos. Cómo se explica. Para dar con la explicación y además con el Castillo de Serreilla y otros tesoros de este tramo alto del río Cabriel, el viajero se ha citado con Niceto Hinarejos: El historiador del pueblo.
Para matar el tiempo y de paso el hambre entra en el Bar Miguel, justo debajo del Ayuntamiento. Un café con leche y un cruasán. O un zumo de naranja con una tostada de jamón con tomate. Por qué no. Alma cándida. El dueño del bar le mira de nuevo con extrañeza y curiosidad, como si viniera de otro planeta. Y ya van dos veces en menos de 10 minutos. No hay comida, aunque tenemos una tienda aquí al girar, añade a modo de disculpa. Decide tomarse un café con leche y esperar ahora él también la furgoneta del Pan y Bollería Paco Martínez (Salvacañete). Y por fin, en la cola, deja de sentirse como un ser venido de otro planeta.
La vega de Alcalá
Niceto Hinarejos es hijo de Alcalá de la Vega. Nació en 1934. Siendo presidente de la II República Española Niceto Alcalá-Zamora. Aten cabos. Sin embargo, Niceto fue cura hasta 1973. Año en que colgó los hábitos. A partir de ese momento se ganó la vida como profesor de latín en colegios y seminarios. Se casó. Tuvo 4 hijos. Y de mayo a septiembre regresa al pueblo de sus mayores. Y como todo recuerdo es el presente: Mi abuela siempre me contó que en Alcalá nunca hubo pobres. Ni faltó nunca la comida en los años de la postguerra, gracias a los frutos de su vega y a las aguas del Cabriel que la fertilizaban. Venían gentes, continúa Niceto, de los pueblos cercanos. Incluso de Calles (Valencia), en busca de judías y patatas a cambio de tijeras de esquilar, bufandas, cántaros para acarrear el agua, la uva o piedras de sal para solaz de las caballerías. Trueque en estado puro.
En la actualidad no hay pobres. Tampoco falta comida. La vega continúa en el mismo lugar, y el río Cabriel se oculta y delata a un tiempo por las apretadas filas de chopos y álamos que lo escoltan a entrambas orillas que, a estas alturas del año, comienzan a amarillear. Pero ya no hay frutos que recoger, porque el campo está baldío. Yermo. Porque hace décadas que no hay brazos que lo trabajen. Ya no hace falta. Para traer comida ya están las furgonetas del pan y la fruta, que claxon en mano llaman calle por calle a los parroquianos. Y haciendo cola en la Plaza Mayor, María, Rufo y Eloy. El viajero ya se ha marchado.
El Castillo de Serreilla
Una vez recogidos los recuerdos personales, el viajero y Niceto se dirigen al Castillo de Serreilla. Levantado por los árabes en el 714 (siglo VIII). ¡Sólo 3 años después! de desembarcar el lugarteniente Tariq ibn Ziyad en la bahía de Algeciras con un ejército de 7.000 hombres. Un castillo que se erigió sobre las piedras todavía humantes del asentamiento visigótico que fue arrasado a sangre y fuego. La misma sangre y el mismo fuego que emplearon los templarios en 1210, bajo las órdenes de Pedro II de Aragón, para su primera reconquista. Una reconquista que se cobró la figura del Gran Maestre del Temple, don Pedro Monteagudo, según Huice Miranda, relator de la Historia Musulmana de Valencia y su Región. Un sobresalto que obligó al rey a recular cayendo de nuevo en manos sarracenas. Hasta que en 1219 don Rodrigo Giménez de Rada lo conquista de nuevo. Quedando por fin esta tierra de nadie, esta tierra entre dos ejércitos, dos religiones, la de la cruz y la media luna, sujeta a la jurisdicción del Arzobispado de Albarracín por los siglos de los siglos.
A partir de ahí aquel castillo se conoció como un “derrocado y abandonado castillo de moros”. Ese fue su epitafio. A pesar de ser el primer asentamiento bereber (Al-Qala) en las que actualmente forman las tierras de la provincia de Cuenca. Desde entonces sus guardianes fueron el abandono y el olvido. Y en 1985 se unieron al cuerpo de guardia el desprecio y la codicia. En 1985 pasó por aquí el Rally de Montes de Cuenca, una prueba que trazó su ruta por encima de los restos históricos provocando no sólo el previsible destrozo sino que hicieron emerger piezas arqueológicas de un valor incalculable, por las que se pagaron grandes cantidades de dinero. ¿Cuál fue el botín? Estelas funerarias de origen visigodo. Todavía queda alguna en el interior de la ermita de Nuestra Señora de Alcalá (s. XIII). Que ahora, junto a la atávica torre del castillo, se solaza al sol de un otoño benigno en el gran meandro que traza el río Cabriel a sus faldas. Un panorama que excita los angulares más exigentes. Un paisaje que a principios de otoño tiñe de amarillos el sinuoso valle por donde corren juveniles las aguas puras y cristalinas de un río púber. Un escenario de una belleza tan serena y extraordinaria que te pone en paz contigo mismo. Por los siglos de los siglos. Amén.
La Nacional 420
Si existiera un ranking de las carreteras más bonitas de España la N-420 estaría en el top 10. Sobre todo el tramo comprendido entre los kilómetros 487 y 483. En la ventanilla del vehículo se encaja un paisaje desconcertante conocido como Rodenal de Boniches. Unos fotogramas de una antigüedad sobrecogedora: 248 millones de años. Un monumento natural fraguado en las eras geológicas del Triásico, Jurásico y Cretácico. Que tras una miríada de cielos han dejado las montañas descarnadas, en los huesos, un espinazo calcificado de areniscas y conglomerados. Qué duda cabe que hay lugares que te hacen sentir un intruso. Que estás demás. Aun así esta cinta de asfalto es una bendición. Como una bendición es detenerse en el Km 483. Descender del vehículo y cruzar un puente que apoya sus machones, sus arranques, sobre un antiguo puente romano. Que fue rehecho en el siglo XVI a buen seguro a consecuencia de una avenida del río.
Bajo el Puente Cristinas el río baja con ganas de hablar. Dicharachero mientas una lluvia de copos amarillos arrecia cada vez que el viento abanica las copas de los árboles. Siéntese en el pretil del puente. Y bébanse con los ojos lo que les circunda. Y recuperen, como recupera el viajero, el alma ingenua, aquella “en la que toda ciencia consiste en saber que de cuanto se puede ver, hacer o pensar, sobre la tierra, lo más prodigioso, lo más profundo, lo más grave es: VIVIR. (El bosque animado. W. Fernández Flórez).”
El paisaje Ilustrado
Bien merece desandar el camino. La carretera en este caso. Recorrer de nuevo los kilómetros 483, 84, 85, 86 y 87 en dirección a Cañete. Bien merece volver sobre los pasos si lo que te escolta el camino es insólito. Como insólito es el lecho del río Tinte. Un ‘jardín japonés’ en el corazón mismo de la Serranía de Cuenca, la Cascada del Pozo de la Horca. Un riachuelo tributario del río Mayor que a su vez alimenta las aguas del río más limpio de Europa: el Cabriel. Un curso ilustrado, jalonado de escenas cotidianas de otro tiempo: lavanderas, la molienda, un campesino acarreando un haz de paja sobre los hombros. Las chapas, como se refieren a ellos los vecinos, son una serie de figuras hechas en acero por el artista Luis Zafrilla, que pretende mostrar de una manera gráfica y con escenas tradicionales la vida de antaño tal y como se conocía antes de que llegará la maquinización del campo. Unos vecinos orgullosos porque Cañete todavía conserva 6 tiendas, 3 supermercados, una docena de bares, un mesón, un hotel de 3 estrellas y el instituto. Y además, tras las fiestas de la Virgen de la Zarza, del 7 al 12 de septiembre, 600 habitantes, le informa al viajero un miembro de la tertulia vespertina que se reúne en la puerta de la villa pegada a la ermita que guarda la imagen de la patrona. Una villa que también mantiene en pie un lienzo de muralla ancha y fornida de más 1’700 km. La Ávila conquense.
Hotel Hostería Cañete
No tiene pérdida. N-420, km. 500. Hotel Hospedería de Cañete. Donde se puede comer, hablar y dormir. Para ir haciendo boca, de entrantes ensalada de gamo en escabeche casero, ajoarriero con aceite de albahaca y un pastel de faisán. Tres sugerencias de la casa. Que el viajero acepta de muy buen grado sobre todo cuando quien se las recomienda es la 2º generación del establecimiento: José Ramón Guillén.
Un hombre que se lanza a hablar con el viajero porque le va la tierra en ello. Una tierra donde un día decidió quedarse. Y no es nada fácil. En Cañete trabajan 100 funcionarios para atender a toda la comarca, y todos, sin excepción, viven en Cuenca. Y añade: Es una población con un poder adquisitivo superior a la media, pero no sólo eso. Además es un colectivo que en líneas generales tienen un nivel cultural más alto, con inquietudes, con una sensibilidad diversa que le haría mucho bien a Cañete. Pero ninguno duerme en la Sierra, zanja.
Para maridar la primera acometida José Ramón ha abierto un Salice blanco de Bodega Huerta del Marquesado. Con la segunda abrirá un tinto, que acompañará unas melosas manitas de cerdo prensadas con salsa de trufas. No hay tregua porque el postre se sustancia en una tarta de cañamones con un cremoso de leche de oveja autóctona con bola de helado de mango y mermelada. Una minuta que ronda entre 25 y 30€. ¿Y la conversación por dónde ronda? Ronda por la Finca Resinera Española, que se cae a pedazos en un margen de la nacional y que fue durante la Guerra Civil Española Hospital de Sangre. Por el poblado celtíbero del Salvador. A tiro de piedra de la que fue residencia de la familia Romero-Jirón. Ronda por el conjunto de pinturas rupestres de Villar del Humo. 13 abrigos pertenecientes a la Escuela levantina y declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Y ronda que ronda hasta que cae la noche y es hora de retirarse. La Hostería dispone de 67 habitaciones. Encontrándose a una hora de Albarracín, Cuenca y Teruel. Y entre medias, unos caminos de agua, de vida al fin y al cabo, que unen lugares y escenarios encantados: como por ejemplo Valdemeca, el nacimiento del Río Cuervo, la laguna del Marquesado y la Ciudad homónima. Pero estos el viajero se los deja en exclusiva a ustedes para que los descubran sin intermediario alguno.
ITINERARIO
Desde Salvacañete tomad la CU-5003 hasta El Cubillo-Alcalá de la Vega. Atravesad Alcalá y continuar por la CU-5002 Antigua carretera de Boniches. A 2 kilómetros de la población una pista de tierra conduce al Castillo de Serreilla y la ermita de Nuestra Señora de Alcalá (Una señalética de madera recoge Ruta BTT los Serranos Campillos-Paravientos). Una vez dejada la CU-5002 continuar por la CM-215 dirección Boniches que enlaza con la antigua N-420A que se unirá más adelante con la actual. En el Km. 483 de la nueva N-420, en el margen izquierdo, salva el río Cabriel Puente Cristinas. Hay una zona habilitada de estacionamiento. Una vez visitado el puente se recomienda volver a la Nacional hasta Cañete donde hacer noche en el Hotel Hospedería Cañete sito en el Km. 500.
ENLACES DE INTERÉS
Hotel Hostería Cañete www.hosteria.com
Cañete www.villadecanete.com
Huerta del Marquesado www.huertadelmarquesado.org
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en