16 marzo, 2018
No le den más vueltas. Es posible comer bien en Fallas. Es posible que la mayor parte de los visitantes que Valencia recibirá estos días se vayan con buen sabor de boca, en todos los sentidos. Para ello no hay más que elegir medianamente bien y evitar, en la medida de lo posible, comer en lugares que den tres turnos por servicio, que los hay estos días y muchos en el centro de la ciudad. Otra cosa es que nos valga comer algo para seguir pateando Valencia, una opción muy utilizada estos días.
Pero si lo que quieren es sentarse a una mesa y comer bien, vamos con algunas recomendaciones con las que no van a fallar, casi todas ellas alejadas del centro.
Empezaríamos nuestra ruta del buen comer en Fallas en el barrio valenciano de Beniferri. Aquí encontramos dos lugares con mucho encanto. El primero de ellos Esencia, el reino de Carmen y Manu, con Néstor en los fogones y Vivianne en sala. Una garantía de deleite para los sentidos.
En el mismo barrio encontramos otro reino, el de Pablo Chirivella. De nombre Tavella, las brasas es la especialidad, con mayúsculas el rodaballo, en un precioso entorno. En sala déjense recomendar por Sara López que pondrá la guinda a un estupendo rato.
Muy cerca, en Maestro Rodrigo, llegamos hasta Kaymus. Aquí se ponen en manos de uno de los chefs más reputados de la ciudad, Nacho Romero. Creatividad y producto para que una comida de Fallas se convierta en un recuerdo imborrable.
Seguimos dando la vuelta a Valencia huyendo del centro. Ponemos rumbo a la vecina El Saler, para llegar a Casa Carmina. Estamos aquí ante uno de los establecimientos que mejor trabaja la gastronomía valenciana. Especial la paella de marisco de la casa.
Lo mismo podemos decir si apuestan por La Matandeta. Sabores profundos y tradicionales en un enclave que les garantiza calma, difícil de conseguir en estos días falleros.
Si quieren algo más de riesgo, junto al actual Mestalla, no dejen de visitar a Alejandro del Toro. El chef valenciano es uno de los padres de la alta gastronomía en la ciudad. La visita a su templo en Amadeo de Saboya le permite alejarse del bullicioso centro de Valencia, pero no demasiado.
Cerca de él, casi en la intersección de Micer Mascó con el Paseo de la Alameda, encontramos el mundo de fantasía de Julio Verne, donde Juan Exojo y Cristina les harán entrar en un cuento gastronómico que siempre tiene final feliz.
Cruzando el puente de Exposición nos encontramos, muy cerca el uno del otro, dos restaurantes regentados por Valentín Sánchez Arrieta, Al Tun Tún y Valen and Cia. En el primero de ellos, con unos grandes ventanales que dan al Pont de la Mar, no dejen de probar el atún, auténtico bluefin, en cualquiera de sus preparaciones, o cualquiera de sus platos al Josper. Producto fresco y cocina de mercado.
En Valen and Cia, en la calle Sorní, podrán disfrutar de una cocina más informal en un ambiente muy especial, con una decoración ecléctica que proporciona una atmósfera muy particular. No se pierdan su famoso potito con cremoso de patata con huevo de caserío a 72 grados, crujiente de jamón, setas y tartufo.
Bordeando lo que antiguamente era la muralla de la ciudad, en la plaza de Tetuán, llegan a Lienzo. Allí María José Martínez y Juanjo Soria les deleitarán con una espectacular cocina y un servicio de sala inmaculado. Lienzo es uno de los restaurantes claramente en auge en la ciudad de Valencia y Michelin ya ha fijado en él su mirada.
Entrando en la Valencia amurallada, justo detrás de las Torres de Serranos, alcanzarán Trencadish. El espacio ya resulta espectacular y les enamorará, y la cocina de Kike Jiménez y la atención de Raquel Torrijos en sala pondrán la guinda.
Nos alejamos un poco más del bullicio fallero para hacer parada en La Salita, donde Begoña Rodrigo les ofrece una cocina autóctona de vanguardia con brillantes toques internacionales. La cita es en la calle Yecla, a escasos metros de la Avenida Blasco Ibáñez.
Para aquellos que quieran el mar en el horizonte les proponemos viajar hasta el territorio De Andrés, en el Veles e Vents. Allí, los hermanos Javier, Miriam, Cristina y Jorge les ofrecen dos opciones más que interesantes. La Marítima a pie del canal, más desenfadado y de aires marcadamente mediterráneos. Para los que quieran una experiencia gastronómica más especial, pueden tomar el ascensor hasta la tercera planta para llegar a La Sucursal.
Y para broche la Valencia de Blasco Ibáñez. Comer en Casa Carmela es una experiencia inolvidable. Arroces a leña y espectacular producto, para aquellos que quieran llevarse el sabor más autóctono de Valencia. Si quieren paella valenciana llamen antes, pues es el plato más demandado de la casa.
Así cerramos nuestro paseo. En cualquiera de los recomendados comerán de lujo, sin apreturas y sin prisas. Disfrutando Valencia con todos los sentidos.
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