8 noviembre, 2017
Por Maria Salvador y Ana Rodríguez
Llega el fin de semana y ¿a quién no le apetece un buen vermut? La pregunta refleja la tan mediterránea costumbre del aperitivo acompañado de una tapa antes de la comida. Pero con la llegada del frío, ¿qué alternativas tenemos?
Si eres de esas personas que aprovecha el domingo para salir a tomar el vermut, estás de suerte. Y es que ha llegado a Madrid “La Hora del Vermouth”, una iniciativa de la bodega González Byass que se desarrollará los fines de semana de noviembre y el 3 de diciembre. Tras un toque de campana para marcar el inicio del evento, 60 establecimientos asociados invitan a una segunda copa a aquellos que pidan el vermut jerezano La Copa.
El ritual, que permite a los asistentes disfrutar del arte del buen “vermouthero», ha tenido una gran acogida, según la bodega. “En los últimos años, todo lo relacionado con lo vintage y lo craft está viviendo un auge imparable. El Vermouth respira de ambas tendencias y este tipo de iniciativas ayudan a dar a conocer un aperitivo clásico, muy popular en ciudades como Madrid o Barcelona”, nos indican.
Este vino simboliza la unión entre el pasado y el presente. “Gracias a la conservación de los documentos originales que atesora el Archivo Histórico de la bodega, se ha podido recuperar la etiqueta y marca original, que ya se comercializaba en el siglo XIX. El Vermouth La Copa ha sido elaborado a partir de nobles soleras de Oloroso y Pedro Ximénez de más de ocho años, junto con una cuidada selección y combinación de botánicos tales como ajenjo, ajedrea, clavo, piel de naranja, canela, nuez moscada, angélica y quina”, explican.
El vermut no es un invento reciente. Ya existía en la época de los romanos. Por aquel entonces se aromatizaban los vinos con hierbas y especias de todo tipo para alargar su conservación y dar un toque especial a su sabor. Lo mismo ocurre en la actualidad. La singularidad del vino y el exotismo de las hierbas aromáticas y especias hacen que este aperitivo clásico tenga una personalidad con un profundo aroma especiado donde afloran sutiles notas de clavo y canela armonizadas, de forma muy equilibrada, con el resto de especias. En boca destaca, junto a un ligero amargor final, su suavidad y elegancia que recuerdan su origen jerezano.
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