6 octubre, 2023
Mar Lafuente
Casa Lo Alto ya no es lo que era. Ahora ‘Lo Alto’ es un proyecto singular lleno de nuevas ilusiones que nacen tras años estudiando las tierras y el entorno. Y es que han vuelto a nacer cerrando un círculo que fusiona viñedo y paisaje a través de tres vinos de parcela y tres vinos de paraje elaborados con variedades ancestrales de vid.
En el corazón del Parque Natural de las Hoces del Cabriel, entre bosques de pinos y carrascas, se encuentra esta maravillosa finca que ha despertado aún más si cabe el amor por la tierra y el vino del impulsor del proyecto, Marc Grin, y el enólogo Víctor Marqués. Esta finca agrícola fundada en 1976 ha sido testigo de una transformación que va mucho más allá de las vides y las botellas. Un proyecto que se encuentra en una nueva era de autenticidad y calidad.
Fue hace seis años cuando Casa Lo Alto se convierte en parte del Grupo Schenk y, desde entonces, Víctor Marqués ha estado inmerso en una profunda exploración de su terroir para conseguir cerrar ese círculo del que hablábamos antes, “hemos decidido empezar de cero, hemos estudiado la tierra y hemos buscado un concepto totalmente diferente”, asegura Marc Grin. Y es que el objetivo del enólogo no ha sido solamente el de producir vinos excepcionales, sino entenderlo como un todo y capturar la esencia del lugar. Así, han conseguido que la magia de su entorno y su paisaje se vean reflejados en cada botella que emerge de este rincón tan especial.
Una nueva era y unas nuevas ilusiones que han querido compartir con sus más cercanos con un evento al que han asistido profesionales del sector, desde restauración hasta medios de comunicación. Allí, además de disfrutar de su espectacular entorno, gastronomía y música en directo, se pudo conocer y degustar los vinos que ahora conforman el proyecto ‘Lo Alto’, una bodega de referencia con un compromiso inquebrantable con la calidad.
Tres vinos de paraje y tres de parcela. Los vinos de paraje son tres monovarietales, uno de tardana, otro de garnacha y un último de bobal. Lo Alto Tardana es un vino que lleva consigo la esencia del ecosistema del interior de la provincia de Valencia, combina notas florales, frutas blancas y un toque de hierba fresca que crea una experiencia única. Lo Alto Garnacha es una expresión pura de la finca, con aromas de frutas rojas y notas de garriga que se combinan en un paladar equilibrado y apetitoso. Y Lo Alto Bobal es un vino de color rojo oscuro con aromas a frutas rojas y frutillos negros que expresa la personalidad del territorio.
Los vinos de parcela también son tres: Lo Alto Los Álamos A, Lo Alto Guindal G y Lo Alto Excepcional. Los dos primeros están elaborados con garnacha blanca y garnacha negra respectivamente. Están elaborados con la misma filosofía vanguardista de elaboración con la mínima intervención, fermentación espontánea con levaduras salvajes para que se expresen las características del viñedo, de la uva, de la parcela y de su entorno mediterráneo. Por un lado, Lo Alto Los Álamos A es un vino que encarna la esencia del Mediterráneo, sus aromas evocan el terruño de la comarca. Y, por otro, Lo Alto El Guindal G sorprende con su expresión fina, compleja y fluida.
No se nos olvida Lo Alto Excepcional, uno de los más especiales que aún tardará un poco en ver la luz. Es un vino que nace del viñedo más preciado de Lo Alto, plantado con vides de bobal de más de 80 años. Podríamnos decir que es su vino estrella, el de más alta calidad que todavía está en proceso de envejecimiento.
Lo Alto se consolida como algo más que una bodega. Es el reflejo del compromiso con la autenticidad y la calidad, un tributo a la tierra y al legado vitivinícola que ha sido restaurado con amor y dedicación. Cada botella cuenta esta historia de pasión, exploración y respeto por el territorio.
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