3 julio, 2019
Paisaje. Senderismo. Alcoy modernista. Gastronomía de interior. A 50 kilómetros de Alicante y 100 de Valencia. En el Parque Natural de la Font Roja (Alicante).
Texto y Fotografía: Rubén López Morán
Amanece. Las sombras se retiran en silencio. Una luz por estrenar recorta las montañas. Ribeteándolas de un rojo desvaído. Las luces de Alcoy titilan en el llano como una constelación de estrellas. El canto de los pájaros llena el aire de notas intermitentes. Los árboles salen de su ensimismamiento. Y los rayos de sol salpican de lamparones dorados los prados verdes. Asistimos al parto de un nuevo día. Siempre igual, siempre distinto. Y entonces ocurre. El alma suspira ante el espectáculo de la vida; ante la belleza que le rodea. Como si de un acto reflejo se tratase.
Sobre el papel Masía la Mota es un hotel con encanto. Dotado de restaurante y piscina. Una antigua casa de campo del siglo XVII, debidamente restaurada y rehabilitada en perfecta armonía con el entorno. Un entorno que ha sido delineado por las manos del hombre y de la Naturaleza. Envuelta como está de abancalados campos de olivos y un espeso bosque de pinos, carrascas, arces y quejigos. Al regazo de la sierra del Menejador, a las puertas del Parque Natural de la Font Roja. Que dispone de 10 habitaciones dobles y dos suites (una Junior Suite y una Gran Suite); de servicio de alquiler de bicicletas; punto de encuentro de muchas rutas senderistas; balcón sobre la Alcoy modernista; y que produce su propio aceite de oliva virgen extra, así como jabones artesanales de romero y lavanda.
Vini, vidi, mansit (Vine, vi y permanecí)
Además, Masía la Mota es el hogar del matrimonio Ameglio. Una pareja de panameños que hace 20 años la vida les hizo pasar por estas tierras del interior de Alicante. Y que tras recorrer medio mundo, decidieron que aquí se encontraba la Arcadia tanto tiempo anhelada. La desembocadura de una vida plena. Vivida desde todos los puntos cardinales. Un lugar que les “ofreciera la promesa del nirvana que tanto añoraba el viajero, pues también se le hacía evidente la cercanía inexorable de la tercera etapa de su vida, de aquella época donde la tranquilidad y el sosiego cobran mayor importancia”, escribe Edgar Ameglio, en el prólogo del libro Las cuatro estaciones del Parque Natural de la Font Roja.
Refugio del mundanal ruido. Donde abandonarse a los placeres sencillos. De aprovechar el tiempo en su máxima lentitud. Desahogando la mirada sobre el paisaje. Con la Sierra Mariola cerrando el marco, y Alcoy postrada a sus pies, como un reverente peregrino ante ese altar mayor que es el Barranc del Cint. Y como una reverente peregrina se siente Indira Ameglio. Ella. Que ha hecho de esta tierra, como su marido, la suya. Alcoyanos de adopción. Que ama Alcoy sobre muchas cosas; siendo consciente de que no va a volver de donde vino. Que aquel camino emprendido hace ya tanto tiempo no tenía billete de vuelta. Que ésta es su estación término. Razón por la que se ha rodeado de belleza. Una belleza que se duplica en los espejos, en los óleos, que brilla en los muebles primorosamente restaurados, en unas habitaciones pulcramente decoradas, en la arquitectura mestiza de la casa, como esas yeserías neomudéjares que orlan las ventanas exteriores. O el magnífico patio interior que conserva en almíbar la luz de todas las estaciones. Y que los huéspedes disfrutan a manos llenas, porque tanto Indira como el resto del servicio trabajan para que sean felices durante su estancia.
Gastronomía de interior
Pero no solo de miradas, de emociones a flor de piel, vive el huésped de Masía la Mota. Vive también de la gastronomía del chef del restaurante, Evenor Sevilla Faus. Formado en los fogones de dos de los máximos exponentes de la gastronomía alicantina de interior como son Kiko Moya (L’Escaleta) y Natxo Sellés. Un hombre entregado a la cocina tradicional con un toque personal. Una cocina que se nutre del producto local y de temporada. Aunque eso reduzca los márgenes de beneficio, pero no el de los sabores del aquí y ahora. Porque son sus sabores lo que se van a llevar a la boca cuando prueben su guiso de alcachofas; o el plato sugerencia del chef: la borreta; un guiso típico de la cocina alcoyana compuesto de patata, espinacas, migas de bacalao, pimiento de pericana y huevo.
Podrán fotografiar todos y cada uno de los platos. Sin embargo, lo que no podrán captar sus dispositivos será el aroma que desprende el Arroz seco de Pericana. Para llevárselo consigo no les quedará otra que enfilar la carretera de montaña que sube al Parque Natural de la Font Roja. No se comerán el arroz directamente de la paella, pero casi. Y si no han dejado hueco para los postres –delicioso su Cremoso de queso y piñones sobre una base de tierra de galleta de avellana–, pidan sí o sí una infusión de hierbas aromáticas de la Sierra Mariola. Y dejen que lo que no puede fotografiar ni explicar con palabras ascienda directamente por su nariz y cubra su memoria de un campo florido de romero, menta, salvia y poleo. El recuerdo les estará eternamente agradecido.
Antes de levantarse de la mesa, decirles que el pan lo hacen ellos mismos, y el aceite de oliva virgen extra con la que aliñamos la ensalada que abrió el menú, sale de los bancales de olivos que se ven desde el mismo comedor del restaurante. De la variedad autóctona Alfafarenca. Que se puede comprar ahí mismo. Y los vinos que armonizaron los platos fueron elegidos por el que escribe: Les Alcusses, por la amistad que le une con Pablo Calatayud, del Celler del Roure; y el segundo, un Rafa Cambra, vecino de Pablo en Fontanars dels Alforins. Manías que tiene uno de recordar los momentos vividos y bebidos también.
Decía el poeta que vivir es ver pasar. Sí. Ver pasar un amanecer; un cielo; o las nubes, siempre distintas y siempre las mismas (Azorín). Ver pasar también las alegrías, las ilusiones, los sueños. Y también las nostalgias más profundas. Pero sobre todo vivir es amar. Sentirse parte del espectáculo que es la vida. Un espectáculo que este modesto viajero observa desde una de sus estancias preferidas de la Mota, y donde se sirve el desayuno. Bajo las banderas de los barrios sieneses, recuerdo imborrable del pasado diplomático del matrimonio Ameglio en Italia, se le escapa un suspiro recordando un amor allí vivido y perdido.
Enlaces de interés
Masía la Mota www.masialamota.com
Turismo Alicante Interior www.turismoalicanteinterior.com
Alcoy te espera www.alcoyturismo.com
Hoteles de interior www.tempsdeinterior.com
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