19 junio, 2024
Mª Carmen González
Es un vino blanco, de más de 2000 años, que guarda concordancia con los que se elaboran en la actualidad en Montilla-Moriles
El vino de Carmona desplaza a la botella de Speyer, que se conserva en Alemania, como el vino más antiguo del mundo
Una tumba romana hallada en 2019 en la localidad sevillana de Carmona ha deparado una gran (y grata) sorpresa a los arqueólogos e investigadores. En su interior apareció una urna con un líquido que, tras los análisis pertinentes, ha resultado ser vino; un blanco datado en el siglo I d.C, con características coincidentes con los vinos actuales de Montilla-Moriles, que con sus 2000 años de historia se convierte en el vino más antiguo del mundo, desplazando al contenido en la famosa botella de Speyer (s. IV d. C), que se conserva en el Museo Histórico de Pfalz (Alemania).
El vino encontrado cubría los restos óseos de un hombre de alto poder adquisitivo y formaba parte del ajuar funerario que acompañaba a los difuntos romanos en su tránsito al más allá. Los investigadores hallaron el cuerpo sumergido en un líquido de tono rojizo que sospechaban que fuese vino o, más bien, que en otra época fue vino, «porque ya había perdido muchas de sus características esenciales», según señala el arqueólogo municipal de Carmona, Juan Manuel Román. Para comprobar sus sospechas, recurrieron a una serie de análisis químicos realizados en el Servicio Central de Apoyo a la Investigación (SCAI) de la Universidad de Córdoba (UCO), relativos al pH, sales minerales o ausencia de material orgánica, e hicieron comparaciones con vinos actuales de Jerez, Sanlúcar o Montilla-Moriles. Ahí localizaron los primeros indicios de que el líquido era vino, según indican en una nota de prensa la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la UCO y el Ayuntamiento de Carmona.
La clave para identificar el líquido misterioso fueron los polifenoles, biomarcadores presentes en todos los vinos. Gracias a una técnica capaz de encontrar estos compuestos en muy baja cantidad, el equipo halló siete de ellos que también aparecen en vinos de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar. La ausencia de un polifenol concreto, el ácido siríngico, les sirvió para identificar el vino como blanco. No obstante, y a pesar de que esta tipología concuerda con las fuentes bibliográficas, arqueológicas e iconográficas, los investigadores comentan que el hecho de que esta sustancia no se encuentre en este vino puede deberse a una degradación por el paso del tiempo.
Para los investigadores lo «más difícil» ha sido determinar el origen del vino, ya que no existe una muestra de la misma época para comparar. Aun así, las males minerales presentes en el líquido de la tumba tienen concordancia con los blancos que en la actualidad se producen en el territorio que perteneció a la antigua provincia Bética, sobre todo con los Montilla-Moriles, apuntan.
El descubrimiento del «vino líquido más antiguo descubierto hasta la fecha» ha venido dado gracias a un equipo del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, liderado por el catedrático José Rafael Ruiz Arrebola, en colaboración con el Ayuntamiento de Carmona. Los resultados de los análisis han sido publicados en la revista ‘Journal of Archaeological Science: Reports’.
El hallazgo desplaza en antigüedad a la botella de Speyer (o Espira), descubierta en 1867 en la región de Renania-Palatinado y fechada en el siglo IV, que se conserva en Pfalz (Alemania). Este vino se encuentra en el interior de un recipiente de vidrio de 1,5 litros de color amarillo verdoso y con asas en forma de delfín, que fue descubierto también en una tumba romana, pero que todavía no ha sido abierto, pues los investigadores desconocen cómo reaccionaría el líquido en contacto con el aire.
TUMBA DE CARMONA
En la nota de prensa, la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación ha argumentado que probablemente Hispana, Senicio y los otros cuatro habitantes –dos hombres y dos mujeres de nombres desconocidos– de una tumba romana de Carmona descubierta en 2019 «no imaginaron nunca que lo que para ellos era un ritual funerario acabaría teniendo relevancia 2.000 años después por otro motivo». Como parte de ese ritual, señalan, los restos óseos de uno de los hombres estaban sumergidos en un líquido dentro de una urna funeraria de vidrio. Este líquido, que con el tiempo ha adquirido un tono rojizo, se ha conservado desde el siglo I d.C.
«Al principio nos sorprendió mucho que se conservara líquido en una de las urnas funerarias», comenta el arqueólogo municipal de Carmona. No obstante, tras 2.000 años, las condiciones de conservación de la tumba, que se ha preservado «intacta y bien sellada» durante todo ese tiempo, «es lo que ha facilitado que el vino mantuviera su estado natural y que se descarten otras posibles causas como inundaciones o filtraciones dentro de la cámara o procesos de condensación».
El hecho de que el vino cubriera los restos óseos de un hombre no es casualidad. Las mujeres en la antigua Roma tuvieron durante mucho tiempo prohibido probar el vino. Era una cosa de hombres. Y las dos urnas de vidrio de la tumba de Carmona son un ejemplo de la división por géneros de la sociedad romana y de los rituales funerarios.
Por ello, si los huesos de un hombre estaban sumergidos en vino junto con un anillo de oro y otros restos óseos trabajados provenientes del lecho funerario en el que había sido incinerado, la urna que contenía los restos de una mujer no tenía ni una gota de vino, pero sí tres joyas de ámbar, un frasco de perfume con aroma a pachulí y restos de telas cuyos primeros análisis parecen indicar que se trataría de seda, añaden.
En definitiva, el vino, así como los anillos, el perfume y los otros elementos formaban parte de un ajuar funerario que acompañaría a los difuntos en su tránsito al más allá. En la antigua Roma, como en otras sociedades, la muerte tenía un significado especial y las personas querían ser recordadas para, de alguna manera, seguir vivas. Esta tumba, en realidad un mausoleo circular que probablemente acogió a una familia de alto poder adquisitivo, estaba situada -junto a la importante vía que comunicó Carmona con Hispalis (Sevilla)- y señalizada con una torre (ya desaparecida), para facilitar ese propósito.
Por tanto, «dos mil años después, y tras mucho tiempo en el olvido», Hispana, Senicio y sus cuatro acompañantes no solo han vuelto a ser recordados, sino también han ofrecido mucha información sobre los rituales funerarios de la antigua Roma permitiendo, además, ‘identificar el vino de la urna de vidrio como el vino líquido más antiguo del mundo’, han incidido.
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