Déjate seducir por el mundo del vino
Déjate seducir por el mundo del vino
22 octubre, 2024
Berta López / Foto y vídeo: Fernando Murad y Vicent Escrivà
Los caminos de Daniel Belda y Bodegas Arráez se cruzan en un nuevo capítulo, que marca a su vez un nuevo episodio en la viticultura de Terres dels Alforins. En este emblemático territorio, ambas familias se unen para dar vida a un proyecto que va mucho más allá del vino. Este regreso a los orígenes marca un paso decidido hacia adelante, una sinergia que combina la sabiduría acumulada a lo largo de los años con la ambición mutua de evolucionar. Un verdadero win to win.
La relación entre las familias Arráez y Belda se remonta a más de medio siglo. «Pepe Belda, el padre de Dani, elaboraba vinos que luego mi abuelo embotellaba. Después de adquirir experiencia en nuestras respectivas bodegas, hemos vuelto a juntarnos», añade Toni Arráez. Entre risas, comparten anécdotas que revelan la profunda amistad que existía entre estos «mejores amigos», que cultivaron una conexión que sentó las bases de lo que son hoy. «Yo estaba unido a Arráez de por vida», cuenta Dani Belda.
Daniel Belda y Toni Arráez.
Daniel Belda ve en esta unión una oportunidad de dar continuidad al legado de Bodegas Belda. Esta fusión representa un compromiso renovado para defender el territorio y elevar la cultura del vino de la conocida como Toscana Valenciana, hoy por méritos propios Terres dels Alforins con mayúsculas.
En los años 90, cuando la producción vitivinícola atravesaba un periodo difícil, Dani apostó por enaltecer el territorio. «Era un momento en que todo debía cambiar, el viñedo estaba desapareciendo. Negocié con mi padre para comprarle la bodega porque estaba convencido de que teníamos materia prima excepcional para elaborar vinos de calidad», explica. Su esfuerzo ha sido crucial para revitalizar una zona que había perdido muchas de sus bodegas, convirtiendo la finca El Pla en un ejemplo de dedicación y aprecio por la tierra. Así, logró que sus vinos se convirtieran en referentes y marcó el camino para muchos proyectos bodegueros.
Ambos enólogos se han cohesionado en este nuevo proyecto, decididos a honrar el pasado mientras construyen el futuro. «Hemos creado un proyecto donde confluyen la experiencia, la innovación y el respeto por el terroir», destaca Toni. Este enfoque se materializa en una gama de seis vinos, que reflejan la complejidad y diversidad del paisaje. Ahora combinan la profunda sabiduría y conocimiento de Dani con la perspectiva más audaz y rompedora de Arráez. «Queremos seguir poniendo en valor el territorio, reinterpretando los vinos de la zona», añade Toni.
La nueva gama de vinos Daniel Belda.
Dani enfatiza en la singularidad del terroir. «Estamos aquí para dejar huella. Queremos que nuestros vinos sean embajadores de nuestra tierra», afirma. Este objetivo se concreta en la selección de variedades nobles como la pinot noir, junto a variedades autóctonas, que reflejan la identidad del lugar y evidencian su potencial para producir vinos de alta calidad.
Belda cree que Terres dels Alforins ha ganado relevancia en el arco mediterráneo gracias a la dedicación y apoyo conjunto de los viticultores y enólogos de la zona. «Hemos logrado poner en valor el territorio, resaltando la calidad de nuestros vinos. Es un sector que se está especializando y las cosas se están haciendo «mejor que bien». «Además, hay que tener en cuenta que de las 8000 hectáreas que abarca la Denominación de Origen Valencia, 4000 están aquí», añade. El futuro se presenta lleno de desafíos, y ambos enólogos están listos para afrontarlos. «El esfuerzo es muy grande, pero el éxito también lo será. Tenemos la experiencia y legado necesarios para avanzar y mejorarlo», afirma Dani.
Con cada cosecha, Bodegas Arráez y Daniel Belda se proponen no solo mejorar sus vinos, sino también reescribir la narrativa de Terres dels Alforins. Una bandera que aseguran haber defendido siempre con orgullo «porque desde siempre nos lo han inculcado, lo hemos conocido y hemos estado convencidos de su potencial», añade Toni. Juntos, están preparados para demostrar que el vino no solo se elabora; se vive, se siente y, sobre todo, se comparte.
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