4 diciembre, 2023
Jaime Nicolau
Hablar de Chozas Carrascal es hacerlo del sueño de dos personas que decidieron construir su historia con un proyecto de vida en común componiendo una bella sintonía a la que fueron sumando acordes con el transcurrir de los años. Es el sueño de Julián López y María José Peidro. Se instalaron en Requena para rendir tributo al abuelo de Julián, ‘Chozas’. Eran los años 90 y se enamoraron de una preciosa finca con casa solariega y bodega en San Antonio de Requena. Y ahí empezó a cimentarse lo que hoy es una de las bodegas más coquetas de todo el arco mediterráneo.
Recuerdan Julián y María José los innumerables fines de semana que emplearon para recuperar el brillo de la finca, convencidos de que el diamante volvería a brillar y emerger bello en un enclave natural privilegiado. Llegaron sus hijos, María José y Julián, para enamorarse también de una finca en la que corretearon entre viñas cuando eran niños. Hoy María José lleva el marketing y la parte comercial de la bodega y Julián es el enólogo de la firma. Sus padres contemplan con orgullo cómo ese sueño tiene continuidad en la segunda generación.
Chozas Carrascal cuenta con su propia Denominación de Origen: Pago Chozas Carrascal, siendo el Vino de Pago la máxima figura de calidad del vino en España. Además, elaboran parte de sus vinos con el sello Utiel-Requena y con el sello Cava. Dicen desde la bodega buscan elaborar vinos mediterráneos de altitud, impregnando cada botella con la sabiduría de la tierra, el buen hacer y el cuidado diario. Una forma de entender el vino, la uva y su cultivo. Todos los vinos tienen un nexo común, su carácter puramente mediterráneo, pero con dos variables añadidas que modifican y afinan las uvas que cada año obtienen: la altitud del viñedo, que va de los 750 hasta los 840 metros, uno de los más altos de toda la Comunitat, y la cercanía con la sierra Moreno.
Pero además de ser referencia obligada por la calidad de vinos como Materia, Las Ocho, Cabernet Franc o Unique, la bodega ubicada en San Antonio se ha convertido en lugar de peregrinación obligado para los winelovers. Su apuesta por el enoturismo fue firme desde los inicios. Querían abrir las puertas de par en par a todo aquel que quisiera conocer la bodega. Y esta pata del proyecto también cuajó, y de qué manera. Lo hizo al albergo de esas pinceladas que Julián y María José padres fueron sumando en estas tres décadas alrededor de la preciosa casa y su bodega antigua. Y llegó El Mirador Chozas, majestuoso y elegante, en el que guardan una fantástica colección de etiquetas gracias a Aurelio Abad, gran amigo de la casa. Salpicaron de arte valenciano cada rincón de la finca. Dieron forma a una de las salas de barricas más majestuosas de toda la comarca, a su cava o una sala de catas excepcional. Todo para ser unos anfitriones de lujo. Hoy se cuentan por varios miles los amantes del vino que pasan cada año por la bodega.
La oferta enoturística en Chozas Carrascal es muy completa y casi que a la carta, pues cuentan con experiencias con las que quieren ganarse un huequito en el recuerdo de cada uno de los visitantes. Es la oportunidad de sumergirse en el lugar donde todo comenzó. Una finca en la que los viñedos conviven con los almendros y olivos, donde podrás intercambiar sensaciones únicas, respirar el aire que proviene de la tierra y conocer el proceso de elaboración los vinos. Una experiencia irrepetible que transportar a un lugar de ensueño.
Y es que Chozas Carrascal cuenta con numerosos atractivos para enamorar. El aire fresco y el sol en el rostro en un mágico paseo por los viñedos ecológicos para conocer las 11 variedades de uva de la finca, sus peculiaridades y qué las hace especiales, y así entender la base de los magníficos vinos de la bodega. De ahí, a conocer de primera mano los diferentes procesos de elaboración, desde la vendimia hasta el embotellado y puesta en el mercado. Y toca peregrinar, casi en procesión, pues a continuación, silencio… los vinos maduran y se transforman en la majestuosa sala de barricas, todas de roble francés. Es un punto álgido de la experiencia en las entrañas de la bodega. A través de un pasadizo de crianza en botella, se descubre uno de los lugares con más encanto donde se da a conocer el interesante proceso del cava. La luz, olor y formas te transportarán a un mundo mágico. Pero un buen anfitrión enseña su casa sin filtros. Así, que tras un paso por el Jardín de las Variedades llegamos a la bodega antigua, construida en 1870, que conserva aún los antiguos depósitos donde se elaboraban los vinos. Y para un buen final… una cata de vinos y Aceite de Oliva Virgen Extra.
Todo aliñado con dos ingredientes mágicos: pasión y corazón. El que pone la familia López Peidro en cada paso de un proyecto que brilla con fuerza en el panorama vitivinícola español.
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