12 diciembre, 2024
Pedro G. Mocholí
Cuando la cocina mediterránea se plasma en el plato se demuestra la singularidad que nos ofrece. Y esa singularidad viene determinada por su ubicación, por su producto y por su elaboración.
Del amplio marco que comprende el llamado arco mediterráneo, hay muchas localidades que las podríamos tildar de abanderadas, pero para mí, la que mayor se engalana de mediterraneidad, es la alicantina Dénia.
Hace unos años, en Dénia se abrió un nuevo espacio llamado La Marina de Dénia. En él se da cita un puerto deportivo y amplio espacio de ocio y hostelería.
Poder comer en una de sus terrazas con la visión del Mediterráneo y la de los veleros anclados dan una sensación de paz, de tranquilidad y sosiego difícil de encontrar e igualar.
En este dominio encontramos Caval, un restaurante con una posición muy privilegiada en La Marina. Desde sus salones se puede disfrutar de esa luz mediterránea y la visión hipnótica del propio mar.
En sus propuestas dominan las propias del entorno, encontrando una gran variedad de pescados salvajes, crustáceos y arroces marineros.
Junto a estas propuestas, algunas más eclécticas o contemporáneas, conscientes en cocina de que su cliente es, además de valenciano o español, internacional, y sus gustos son al menos, variopintos.
A pesar de encontrar una consistente variedad de influencias gastronómicas, hay que reconocer la gran calidad que se aprecia en todos los productos e ingredientes que componen los platos, igual que en una orquesta sinfónica en la que todos los instrumentos tienen una función y una gran calidad.
Así que mejor que comenzar la comida con unas carnosas ostras Guillardeau nº1, con un profundo sabor a mar que inunda nuestro paladar. Al igual que el tartar de atún de almadraba, aderezado con salsa Ponzu, kimchi verde y galleta de sésamo; bocado fresco y exquisito, donde la persistencia del sabor del atún se eterniza.
Delicados los buñuelos de bacalao, donde la generosidad en hebras de bacalao es notable y marcan el sabor y la exquisitez. Me quedé con ganas de probar las croquetas de jamón, así que volveré pronto.
Si hablamos de frescura, hay que poner en la cumbre el calamar a la plancha, en el que encontramos una tersura y una finura impecable. Sabroso y jugoso desde el principio hasta sus patitas. Un bocado impagable.
Otro de los puntales de Caval es su bodega. Una bodega que está diseñada a todos los gustos, manteniendo una variada oferta, y para la alegría del comensal, a unos precios más que contenidos y adecuados.
Qué mejor que comenzar con un vino muy mediterráneo, como es el Casta Diva de Felipe Gutiérrez de la Vega, un blanco elaborado con moscatel pero con la sensación seca, no la dulce que nos ofrece ‘el otro’ Casta Diva.
Elaborado con moscatel Romano o de Alejandría, esta añada lleva un poco de merseguera, que le aporta más ligereza y jugosidad.
De color amarillo pálido, destaca por ese toque floral tan típico en esta variedad: rosa, flor de almendro o jazmín. También encontramos hierba luisa con ese toque elegante y sutil.
En boca es agradable, persistente y con un toque herbáceo final.
Para finalizar tenemos varias opciones: los arroces: arroz Senyoret (moluscos, crustáceos y pescado), o el arroz con secreto ibérico (alcachofas, habas y lascas de jamón ibérico). También encontramos la fideuà de rape (sepia y gambas, rape, moluscos y crustáceos) y un interesante risotto de pulpo (tomate seco, espárragos verdes, parmesano, moluscos y crustáceos). Un plato que me apunto para mi próxima visita.
En el apartado de carnes también tienen una buena oferta: chuletas de cordero, solomillo de ternera, chuletón de vaca vieja o entrecot.
Y la oferta de pescados salvajes pasa por rodaballo a la parrilla con mantequilla de salvia y alcaparras, atún recubierto de guancíale con tomate confitado y lubina de La Marina con verduras en salsa Bísquet.
Nuestra elección fue por un Chateaubriand, que nos recomendó Aitor y que encontramos perfecto. Este corte de carne lo encontramos en la parte alta del solomillo o la punta.
La forma de elaborarlo es muy singular, pues se tiene que brindar y se pasa por la plancha. La carne del centro queda sonrosada y muy jugosa. La acompañamos de la una salsa bearnesa (mantequilla, yema de huevo, estragón y chalotas), es un corte muy poco conocido y muy difícil de encontrar, por eso lo pedimos, y la sensación que nos produjo, fue excelente. Este plato lo podríamos incluir en las propuestas internacionales que encontramos en la carta.
Guardamos un pequeño rincón para disfrutar de los postres y hay que reconocer que acertamos, pues tanto la tartaleta de crema de Yuzu y la crema de limón, mantenían un gran nivel. Y hay que felicitarles, pues muchos restaurantes bajan el nivel de los postres; aquí no solo lo mantienen, si no que está al nivel de cocina que hemos encontrado en los platos del menú. Felicidades.
Caval Dénia. Edificio G. Marina de Dénia. Tel.: 965 791 995 / 666 858 514. Dénia (Alicante)
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