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Casa Borrás y Venta del Puerto, entre tradición y modernidad

19 julio, 2019

L’Albufera de València, Restaurante Casa Borrás y Vinos la Viña Venta del Puerto.
Un triángulo mágico que visitamos a bordo de un MINI Countryman de Engasa.

Texto: Rubén López Morán Fotografía: Fernando Murad Vídeo: Vicente Escrivá – Vincent Loop
La vida es tan frágil y hermosa como el reflejo del rostro amado en el agua. Que se escurre de entre los dedos como un atardecer cruzado de violetas, rosas encendidos y graduales grises, mientras el sol se desvanece en el horizonte. Un horizonte que en L’Albufera se replica a sí mismo como en un espejo. Un lluent que en verano se ciñe a la laguna, porque sus contornos se han cubierto de campos de verdes espigas. Una orla arrocera producto de un esfuerzo de siglos, impensable hoy en día. Ganada al agua a fuerza de capazos de fango y barro. Miles de toneladas traídas sobre las bordas de unas barcas que se movían entre los canales que salían de los puertos de Catarroja y El Saler.

Casa Borrás
Desde que era niño Manolo Quilis ha presenciado esos atardeceres. Desde que doblaba la espalda siendo un adolescente en los campos de arroz lindantes a su pueblo natal de Pinedo.

Traído al mundo en el Camino de los Montañares hace 72 años, Manolo ha sido un trabajador infatigable. Como su mujer, Marina Rubio. “Una fiera”, como él mismo reconoce. Ella nacida en una barraca de la huerta de Monteolivete. Donde hoy se yerguen la Ciudad de la Justicia y el Centro Comercial El Saler. Parte de sus vidas las compendian los azulejos que alicatan la entrada de Casa Borrás. Una reforma que acometieron sus hijas M.ª José y Carolina Quilis Rubio, jefa de cocina y de sala respectivamente, cuando tomaron las riendas del negocio.

Ahora son ellas las que gobiernan un restaurante que no necesita de grandes presentaciones. Especializado en una cocina típica valenciana con toques de modernidad, porque los tiempos así lo piden, reiteran ambas. No fue una decisión caprichosa que un novísimo botellero con una selección de los mejores vinos de la DO Valencia ocupe hoy un lugar de honor en el local. Carolina no se cansa en repetir a sus clientes que los vinos valencianos nada tienen que envidiar a otras denominaciones de origen más consolidadas. Si hay un mundo que mejor ha sabido adaptarse a las demandas de los nuevos tiempos, ese ha sido el del vino de aquí. Y una de las bodegas que ha destacado en este apartado es Vinos de la Viña Venta del Puerto.

M.ª José ha preparado de entrante una cazuelita de all-i-pebre y de plato principal una olla de arroz meloso de pato, boletus, alcachofas y foie. El primero elaborado siguiendo la receta que aprendió siendo niña en el chiringuito de la playa de la Malvarrosa, El Biarritz. Aunque ella asegura que la ha mejorado, bajo la mirada condescendiente de su padre. Corría la década de los 70 cuando la familia Quilis-Rubio (Q. R.) pegó un salto sin red al sector de la hostelería. Manolo recuerda cómo todas las mañanas apelmazaba la arena con el rastrillo y la manguera, y colocaba las sillas de madera plegables bajo el sombrajo de cañizo. Durante años y años. Ahora, toma asiento en el renovado Casa Borrás, y se siente orgulloso a pesar de los achaques que le impiden seguir estando al pie del cañón.

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Venta del Puerto
Aun así, disfruta de la armonía que solo los buenos vinos son capaces de propiciar. Jorge Caus, director técnico de Vinos de la Viña Venta del Puerto, ha traído dos de las creaciones que mejor representan a día de hoy la concepción de una bodega que nació como cooperativa en 1944, en la Font de la Figuera, cuando 38 emprendedores se sacudieron el dominio de los grandes productores, y decidieron ser dueños de su propio destino. Un destino que ha traído a sus descendientes hasta aquí: en la actualidad exporta a más de 40 países y ha cosechado un enorme éxito entre el público valenciano. Sobre la mesa la primera añada de Enhebro blanco y el Venta del Puerto Nº 18.

Enhebro es fruto de la conjunción de dos variedades autóctonas de Terres dels Alforins: verdil y merseguera. Un coupage que refuerza su carácter fresco, aromático, muy adecuado a la época en la que estamos, y sobre todo, que casa a la perfección con el all-i-pebre: un pescado de una untuosidad extrema; auténtica delicatessen de la cocina Q. R. Por el contrario, Venta del Puerto Nº 18 es de una urdimbre más compleja, hilvanada por las variedades tempranillo, cabernet, merlot y syrah. Y que con una crianza de 18 meses en barrica de roble francés, suscita en nariz y boca notas a fruta roja y madura, entreveradas con otras de carácter torrefacto, bosque tupido y chocolate puro. Y que acompaña como un fiel escudero ese enlucido de sabores carnosos de un arroz meloso de profundas raíces albuferencas.

Después de todo esto el visitante puede volver a Valencia o en cambio tomar la carretera de El Saler hasta el mirador de la Gola del Perellonet. Y contemplar un atardecer inolvidable; cruzado de violetas, rosas encendidos y graduales grises, mientras el sol se desvanece en el horizonte. La vida es tan frágil y hermosa…

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