18 mayo, 2017
José Antonio López
Sé que no te ha venido de golpe, amiga, pero también sé que no te esperabas tanto como lo que te está pasando y lo que te queda por pasar. Es el precio de la fama. Te ha llegado a tiempo y deseo permanezca muchos años.
Rakel no nació ayer. Lleva muchos años trabajando en una cocina que crea milagros cada día. Muy pocos se atreverían a entrar, día tras día y noche tras noche, en un espacio en el que hay que pedir permiso para moverse pero que es capaz de llevar adelante a un trasatlántico mayor que el Titanic.
Rakel, Javi y todo su equipo han luchado demasiado tiempo por aportar algo distinto a la gastronomía.
Mucho tiempo son muchos años en los que el restaurante pasó por momentos difíciles. Los clientes alababan la propuesta culinaria de esta cocinera pero no llegaban a compartir esta novedad, este hallazgo, con otras personas. Tiempo de soledad y mucho trabajo. Tiempo, incluso, de tirar la toalla.
Y me encontré un día con la invitación de David y Amparo para que fuera a conocer a una excepcional persona y mejor cocinera. Llegué el primero a la cita, como tengo por norma, para “oler y sentir” el local.
Fui invitado a salir del local porque el restaurante se abre a las 21 horas, faltan diez minutos y Rakel está cocinando.
Bendita presentación cuando humildemente hago mutis por el foro y espero a que sea la hora de entrar en el Restaurante Karak.
Y conozco a Rakel y a su equipo del que ella se siente mucho más que satisfecha. Y me atrae su presencia menuda, inquieta, exigente, amorosa, delicada y genial. Esta chica no duerme, crea (doy fe porque, en los próximos días comprobé que las horas están en los relojes, no en el pensamiento de Rakel).
Le llevo un regalo. Aceite, el mejor, para la mejor.
Ni sabía lo que le iba a deparar el futuro ni tampoco me importaba. Disfruté de una cena en las que las almas gastronómicas nos unimos y aplaudimos unos cuadros que se podían comer pero que estarían mucho mejor en un museo.
Y creí en la pequeña/grande Rakel y le apoyé, como lo hago ahora, en todo.
Servidor, que quiere a la familia y la respeta, le ha llamado, hace un momento, para pedirle a Javi, que le dé un beso. Que felicite a su equipo y le trasmita el amor y la admiración de todos.
Rakel, el premio para ti es haber nacido y, como dijimos en algún momento con Reyes y demás amigos, el premio te lo han dado a ti, pero es nuestro y lo compartimos.
Ojalá sea por muchos años que la pequeña Rakel sea la gran Rakel.
Eso, amiga, hace muchos años que lo eres.
Te admiro.
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