6 noviembre, 2025

Cada segundo domingo de noviembre se celebra el Día Mundial del Enoturismo para poner en valor ese turimo que tanto está promoviendo sector vitivinícola. Esta fecha, impulsada por la Red Europea de Ciudades del Vino (RECEVIN), rinde homenaje a la cultura vinícola, las tradiciones que la rodean y a quienes trabajan cada día para mantenerlas vivas. Bodegas Murviedro aprovecha la ocasión para invitar a celebrar este día con experiencias sensoriales únicas, ya sea en su Bodega Histórica en Requena o su proyecto LoAlto en Venta del Moro.
El enoturismo es mucho más que visitar una bodega: es descubrir los paisajes, las historias y los sabores que hay detrás de cada proceso de elaboración. Una forma de viajar que conecta con la tierra promueve la sostenibilidad y apoya la economía local.
En el corazón del casco antiguo de Requena, bajo las calles empedradas, la Bodega Histórica de Murviedro invita a celebrar este día explorando sus cuevas subterráneas llenas de historia, que revelan la profunda conexión de la ciudad con el mundo del vino. Excavadas en toba caliza y realzadas por una cuidada iluminación, las galerías conducen al visitante en un viaje al pasado, descubriendo el misterio de su origen y su vínculo con la vitivinicultura desde el siglo VI a.C.
Una visita que revela la esencia de su ‘Herencia de Seda’, inspiración del vino La Casa de la Seda, referencia icono de la bodega y símbolo de la dedicación y autenticidad que definen a esta comarca mediterránea.
Por otro lado, LoAlto ofrece un plan enoturístico al aire libre. En el corazón de la comarca Utiel-Requena, en lo alto de un cerro rodeado de viñedos almendros y pinares, se alza una finca histórica fundada en 1794 que da nombre a uno de los proyectos más singulares de la viticultura de la zona. Un proyecto que se identifica con el respeto, la sostenibilidad y la conexión con el paisaje, basado en el cultivo ecológico, donde las 150 hectáreas de la finca conviven en equilibrio natural.
Durante la visita, se recorre la finca desde su punto más alto, conociendo las variedades autóctonas y descubriendo la filosofía de mínima intervención que guía la elaboración de sus vinos de paraje, auténtica expresión del terruño.
Dos experiencias muy diferentes, pero que llegan al corazón y a hacen disfrutar a cada uno de sus visitantes.
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