6 septiembre, 2023
Texto: Mar Lafuente / Vídeo y fotografía: Vicent Escrivà y Laura Lázaro
Cuando se juntan dos proyectos que nacen de la pasión, surge la magia. La complicidad que respiran Bodegas Monóvar y Casa Sanchiz cuando se unen en armonía encandilan a cualquiera. Ambos son dos sueños hechos realidad. El de la familia Miñano Gómez embotellando pasión, elegancia, singularidad y tradición en sus vinos; y el de Juan Lorenzo Alfonso plasmando su amor por la cocina en Casa Sanchiz. Dos proyectos que, además, comparten la filosofía de apostar por las tradiciones, concretamente las que guardan sus tierras. Juntos consiguen dar forma a una experiencia que nos ha permitido descubrir a qué sabe Monóvar.
Tomamos rumbo a la montaña alicantina. Nos adentramos en serpenteantes carreteras con un destino idílico. Como aliado para nuestro viaje el nuevo Mitsubishi ASX cedido por MMCE Levante, la concesión valenciana de la firma japonesa. Tecnología, diseño y confort para hacer nuestro viaje mucho más placentero en uno de los automóviles llamados a marcar un importante punto de inflexión para la marca. Un pequeño aventurero que viene dispuesto a disfrutar con nosotros de este apasionante viaje.
Hemos hecho un buen puñado de kilómetros pero ya divisamos el destino. A los pies de la montaña y rodeada de un espectacular paisaje de viñedos se encuentra la que fue nuestra primera parada, Bodegas Monóvar. Es una de las cinco bodegas que forman parte de MG Wines, el grupo bodeguero de la familia Miñano Gómez que persigue el objetivo de poner en valor las variedades tradicionales y la singularidad de las zonas donde nacen. Bodegas Monóvar es una de las más importantes del grupo y como define Eva Miñano, la directora de Marketing y Comunicación, “la catedral del Fondillón de Alicante”. Y es que es muy especial y diferente al resto, ya que en sus entrañas se guarda más de la mitad de todo el fondillón del mundo, un vino exclusivo con cientos de años de historia.
Aunque la bodega es conocida por su gran sala de toneles centenarios de Fondillón y la sacristía donde se guardan los más excepcionales, para Rafael Poveda, Director de Desarrollo de Negocio, también es “un proyecto con personalidad propia, que hace vinos singulares, diferentes, raros y extraordinarios como el Riesling o El Caire”.
Fascinados por el mundo que envuelve Bodegas Monóvar y su pasión por el vino, pusimos rumbo a Casa Sanchiz, el lugar donde Juan Lorenzo Alfonso ha podido dar rienda suelta a su amor por la cocina. Tras años dedicándose a otro gremio, caer y levantarse, por fin puede decir con la boca abierta que ha cumplido su sueño en este restaurante; pero no ha sido fácil. La cocina siempre había sido una de sus pasiones y en cuanto vio la oportunidad no dudó en apostar por ello. Lo que comenzó siendo una casa de comidas y un bar de almuerzo para ciclistas, con mucho esfuerzo, dedicación y tiempo se ha convertido en uno de los mejores lugares para aquellos que quieren disfrutar de una comida tradicional monovera a la vez que innovadora.
En lo que era la antigua bodega de su suegro, Juan ha creado un lugar fascinante como lo es Casa Sanchiz. Sus paredes hablan de la tradición monovera con elementos decorativos como las herramientas con las que trabajaba su suegro en el campo, pero a la vez también se deja ver su faceta innovadora. Ir allí es una auténtica experiencia mucho más allá del plato, su maravilloso entorno con su propio huerto en medio de la montaña junto a la gastronomía monovera lo convierten en una experiencia única. Y es que es esto lo que Juan siempre había perseguido, dar forma a un restaurante tradicional que fuera mucho más que una simple “casa antigua pintada”.
Fue allí donde surgió la magia, Juan con sus platos y Rafa con los vinos de Monóvar crearon una armonía de raíces que te hace querer repetir. Una armonía de km 0El vino blanco Riesling y el tinto El Caire fueron los protagonistas junto a diferentes platos: tomate, gachasmigas, tartar de longaniza y el mítico arroz con conejo y caracoles de la zona.
Riesling es un vino “elegante, un poco amargo y un poco bitter que hace que no te aburras y que te puedas beber la botella entera”, asegura Rafa. Un blanco que no pudo ser mejor compañero del tomate recién cogido de la huerta de Casa Sanchiz y de su famoso tartar de longanizas. Para Juan es importantísimo reinventarse y, como llevamos diciendo, innovar, de ahí nace este tartar tan singular. En su carta siempre había estado presente el típico tartar de atún, pero consideraba que en un sitio de montaña como en el que está su restaurante no tenía mucho sentido un tartar de pescado, por lo que empezó a darle vueltas a la cabeza. Un día se acordó de cuando de pequeños iban a la nevera de casa y cogían lo primero que pillaban, muchas veces longaniza cruda, así que pensó que podría hacer ese mismo plato pero con longaniza de su tierra. Pone la longaniza seis días a orear para que no esté del todo cruda, la ahúma durante 24 horas con sarmiento y le añade algunos de los productos de la huerta que estén de temporada, en este caso taquitos de manzana ácida y mayonesa de almendra.
El siguiente vino que presentó Rafa fue El Caire Monastrell, la variedad reina de Alicante, con una crianza de casi un año en barricas de 500 litros de roble nuevo. Un tinto que Rafa sabía que encajaría perfectamente con los platos que tenía preparados Juan. El primero fueron las tradicionales gachasmigas, un plato que Juan ha definido como “ancestral y de agricultores”, ya que cuando llegaba la época de la vendimia siempre había alguien que se iba un poco antes y lo elaboraba con unos ingredientes muy sencillos que no faltaban en casa: harina, ajos, aceite, agua y sal. Un plato que cuenta sobre Monóvar y conquista a quien lo prueba.
El último fue el plato estrella de Casa Sanchiz, el arroz con conejo y caracoles. Es en este donde más llama la atención la personalidad innovadora de Juan. La tradición dice que debe estar elaborado con leña de sarmiento, pero es una tarea que encarece mucho el ticket y nada limpia, por lo que decidió darle vueltas e investigar cómo podía darle ese sabor ahumado del sarmiento sin tener que hacerlo con la propia leña. Hasta que dio con la solución, ahumar el arroz antes de cocerlo; para ello se ha inventado una máquina que le permite controlar el tiempo y la temperatura del ahumado para que el arroz coja todos los sabores, “tengo el sabor del sarmiento metido en el arroz”.
Sin duda, una armonía de raíces que desprende magia, tradición, pasión e innovación y que demuestra la apuesta que se está haciendo en la Comunitat Valenciana por los productos de km 0. Molt de Gust es uno de los proyectos que más fuerza está haciendo, una «marca colectiva de promoción agroalimentaria creada por la Conselleria de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat Valenciana para impulsar la promoción, el posicionamiento comercial y el consumo de los productos de calidad diferenciada y ecológicos de la Comunitat Valenciana y referentes de proximidad, proteger el patrimonio de nuestros productores e impulsar una cocina de producto y de relato».
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