29 julio, 2022
Texto y fotos: Laura Lázaro / Vídeo: Vicent Escrivà, Paula Jiménez y Fernando Murad
Cuelgan de las paredes documentos que así lo atestiguan. Se respira tradición en cada rincón de la bodega. Estamos en Caudete de las Fuentes para conocer el proyecto y la pasión por el vino de la familia Iranzo, que viene de muchos años atrás, de muchos siglos atrás, de muchas generaciones atrás. Tantos, que uno de esos documentos certifica ya en 1335 la existencia y propiedad de su finca, Cañada Honda. Desde ese momento, la finca cultiva viñedos para la producción de vino. Muchas generaciones cultivando con mimo y cariño esta tierra, una pasión que se ha ido transmitiendo a lo largo de los siglos. Alfonso Iranzo padre e hijo representan las dos generaciones encargadas hoy de capitanear Bodegas Iranzo. Nos esperan a las puertas del edificio de la bodega. Toma la palabra Alfonso padre para contarnos que era una antigua fábrica de harinas y que sus antepasados fueron adaptándola poco a poco a la elaboración de vino. El hijo escucha atento y asiente. Son el presente y el futuro de la firma.
En su finca Cañada Honda, a más de 800 metros sobre el nivel del mar, cultivan sus vides. Dependiendo de la zona en la que se encuentren cultivan una variedad de uva u otra, ya que eligen cautelosamente la tierra donde va a ser plantada cada variedad, consiguiendo así que sus uvas sean siempre de la máxima calidad. Su uva más llamativa en blancos es la semillón, ya que son los únicos de Utiel-Requena que tienen esta casta. También la autóctona tardana, en la que tienen depositadas grandes esperanzas. Pero las particularidades de esta finca no acaban ahí, su sistema de conducción de las vides es en espaldera y en vaso. Esto no sería una particularidad si no fuera porque fueron pioneros en usar las espalderas, que además tienen más de treinta años, ya que son de finales de los 80. A la hora de proteger el cultivo de animales como los conejos, Alfonso Iranzo tiene claro que la espaldera es un método muy positivo hasta que la cepa tiene una altura considerable. A pesar de ello, Alfonso nos confiesa que en su opinión y por su experiencia, para el desarrollo de la planta en el clima mediterráneo es mucho mejor usar la conducción en vaso, ya que la planta así nace de una manera más amplia, consiguiendo más sombra por los propios racimos y una mejor maduración. Es por eso que combinan lo mejor de ambas.
Alfonso hijo transmite la pasión por la uva y la tierra de una manera brillante y no hay mejor manera de cuidar y querer el cultivo que apoyando el ecologismo y la biodiversidad. Como muchas veces pasa, una idea se lleva a cabo sin saber que en un futuro tendrá certificados legales. La familia Iranzo comenzó desde hace muchos años a realizar acciones ecológicas, como eliminar productos químicos de sus vides, sin tener idea de que en un futuro serían pioneros en algo que solamente hacían por el bien de su tierra y cultivo. Certificados como cultivo ecológico desde el año 1994, Alfonso y sus antepasados cuidan el viñedo como si de sus hijos se trataran y desde las arcas legales les demostraban que lo que hacían, lo hacían muy bien.
Mientras cuidaban sus viñedos, se dieron cuenta de que labrar poco o nada tenía unos beneficios brutales. Las hileras de vides están con una cubierta vegetal natural, lo que permite que al haber tantas raíces, el agua corra y cuide el suelo manteniendo su fertilidad. Además, decidieron dar un paso más, y están muy concienciados con la agricultura biodinámica que consiste en trabajar con los ciclos lunares, como se hacía antiguamente ya que ayuda a saber en que época sembrar, podar o vendimiar, tanto en el campo como en la elaboración del vino. En este tipo de agricultura se usan elementos naturales que ayudan enormemente a cuidar el campo y la cosecha con sus propiedades. Lo más importante es saber siempre los tiempos y el momento en el que hacer este tipo de cuidados naturales, ya que, si no se hace en el momento exacto, el trabajo no serviría para nada. “El resultado al final se ve, hay plantas más sanas, suelos más vivos”, señala Alfonso.
Gracias a la sobreexplotación del suelo, a la agricultura masiva e industrial, la tierra no está cuidada, cada vez hay menos suelo fértil. Esta es la reivindicación de los Iranzo: si cuidas la tierra y haces un buen cultivo, siempre vas a tener fertilidad. “Si mantienes un equilibrio de lo que sacas de la tierra, lo que aportas y lo que hay, no tiene por qué existir ese problema”, señalan padre e hijo casi al unísono.
Los pasos de la familia Iranzo no se quedan solo ahí. Alfonso Iranzo padre consiguió que la Generalitat protegiera una micro reserva de flora endémica cercana a sus tierras y más tarde la reserva de fauna de toda la finca, asegurándose así la protección de los animales que viven por los alrededores como águilas, el búho real, o las zorras. “La naturaleza se regula sola bastante mejor que cuando el hombre interviene” reconoce Alfonso hijo. La tierra es vida y qué mejor manera de cuidarla que dejar que la naturaleza siga su curso.
La idea de comenzar una nueva aventura con la uva y crear una bodega fue de la cuarta generación de Bodegas Iranzo. Alfonso padre nos explica que este proyecto de elaboración de vino vuelve a cobrar vida en 1994 iniciando la nueva fase que continúa su hijo, teniendo en cuenta la agricultura ecológica, la biodinámica y la biodiversidad.
Toca hablar de los vinos y aquí se suma a la visita Fernando Galán, director comercial de la bodega. Nos explica que tiene muy buena exportación a países como Estados Unidos y poco a poco van ganando terreno en ámbito nacional, ya que en su comercialización son ”principiantes” pues lo apostaron todo a la exportación durante años. Los vinos de bodegas Iranzo tienen muchas particularidades y diferencias. Desde vinos jóvenes, de maceración carbónica, vinos naturales sin sulfitos o vinos de crianza. Pero el proyecto más cautivador es el Ensamblaje Clandestino. Tras una reunión con Alfonso, llegaron a la conclusión de que querían hacer un vino premium, exclusivo y que permanezca en la memoria de quien lo pruebe. Su desconocimiento les llevó a hacer algo diferente. Vinificaron por separado y metieron en barricas todas las uvas por casi un año, con la intención de que cuando sacaran esos vinos, los probaran amigos, hosteleros, enólogos y sumilleres. La intención es que fueran los encargados de hacer sus mezclas con los vinos que habían conseguido. Cada uno ‘cocinó’ unas cantidades de una variedad u otra. Cada uno hizo su receta y todo esto se mantuvo en secreto, es decir, sin saber de quién era cada una de esas recetas. Se probaron todas a ciegas entre los propios chefs, sumilleres y equipo de la bodega y eligieron la que más les gustaba. Y de esa cata nació la primera añada de Ensamblaje Clandestino. Todo un pelotazo, pues se vendió íntegra. Y como lo que funciona no hay que tocarlo, pues ya están conspirando la nueva añada, la nueva receta. La intención es que ya que los paladares cambian constantemente esto se repita cada año para que cada vino Clandestino sea diferente al anterior, generando curiosidad en el que lo prueba.
Bodegas Iranzo es ecologismo. Bodegas Iranzo es pasión generacional. Bodegas Iranzo es innovación y tradición. Bodegas Iranzo es mucho trabajo y esfuerzo que después de tantos años, allá por la edad media, sigue manteniéndose en pie.
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en