David Blay Tapia
Pocos conocen una historia ligada al Valencia Club de Fútbol y a la Horchatería Daniel. Entre otras cosas, porque sucedió hace ya más de 30 años y tuvo como protagonista un referente culinario alejado de los fartons y la leche de chufa.
El mes de junio de 1987 fue especial por muchos motivos. Pero entre ellos destacó el hecho de que a falta de tres jornadas para finalizar el campeonato nacional de Liga en Segunda División, los goles de Subirats y Quique Sánchez Flores ante el Recreativo de Huelva devolvieron al club blanquinegro (por aquel entonces solo blanco) a la máxima categoría del fútbol nacional.
Eran otros tiempos, ciertamente. Donde muchos jugadores de la casa visitaban a menudo lugares gastronómicos clásicos de la ciudad sin el secretismo actual. Y uno de ellos, durante mucho tiempo atrás, había sido el local de la entrada de Alboraya.
Pero fue la amistad entre los dirigentes de la entidad y los dueños del negocio la que llevó a una celebración insólita: una reunión con la presencia de los directivos, don Alfredo Di Stéfano y la plantilla donde Daniel Tortajada cocinó una paella para todos sus invitados, con la horchata como postre evidente.
Uno de los responsables del acercamiento fue, por razones obvias, Fernando Giner. Tanto que a día de hoy, y enmarcándose todavía dentro de los actos del Centenario, está tratando de reunir al máximo posible de representantes de aquel equipo para rememorar la efeméride.
En un acto que será pequeño. Casi privado. Pero que encarnará los valores de ambas compañías, al menos hasta hace poco tiempo: apuesta por el producto autóctono, unión en torno a una mesa y puesta en valor de los platos típicos de la tierra.
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