Jaime Nicolau
El sector del vino repite cada año como si de un ritual se tratase etapas que van apareciendo conforme otras quedan atrás. Estamos a punto de finalizar octubre, la vendimia ya ha terminado en casi todas las zonas productoras o está a punto de hacerlo y pronto el sector acelerará su actividad en busca de afianzar los resultados con la campaña navideña.
Antes deben llegar, de hecho ya lo están haciendo, las puntuaciones de la crítica. Aquí podemos tirar del refranero español con aquello de «nunca llueve a gusto de todos», pues es lo que tiene la crítica, que uno se expone a que lo examinen contando siempre con la profesionalidad del crítico, pero no siempre la jugada sale como el bodeguero desea. Pero es un riesgo que se corre cada año y creo que hasta es asumido por el sector.
Las llamadas se suceden. Hay puntuaciones que encantan, otras que no gustan y otras, las de algún vecino, que generan envidia. Pero hay que aprender a relativizar. Me quedo con las palabras de grandes como Raúl Pérez o Toni Sarrión, que en sendas entrevistas nos explicaban que la crítica es necesaria pero no marca sus caminos, pues elaboran sus vinos con el objetivo de conquistar al consumidor. Vamos, que a todos nos viene bien una palmadita en la espalda pero que si no llega pues hay que seguir trabajando.
Es cierto, hay que relativizar los éxitos y los palos de la crítica. Todavía recuerdo el caso de un vino puntuado dos veces en una guía. En el primero de los casos, citaba como elaboradores a dos prestigiosos profesionales del mundo del vino. En el segundo caso, a una bodega del levante español. El resultado, tres puntos de diferencia a favor del primero de los casos siendo el mismo vino, de la misma añada. ¿Curioso no? Pues eso, que relativicemos todos. Al final el catador, profesionalidad presupuesta, es una persona con buenos y malos días, con gustos, con manías… etc. Vamos que me quedo con la reflexión de Pérez y Sarrión. Puntos sí, pero sin volvernos locos, aunque lo cierto es que comercialmente bodegas y bodegueros se hacen eco de los resultados… cuando son buenos claro. Y este caso puede sonar hasta gracioso, pero ha habido otros que no lo han sido tanto, con escándalos mayúsculos que han salpicado con fuerza al sector.
Todos tenemos en mente las puntuaciones de Parker, Decanter o Peñín, por señalar algunas. Pero créanme que hay muchas más. Las guías de los periódicos con tirada nacional, las elaboradas por prestigiosas publicaciones especializadas, o los premios de las webs más importantes del panorama nacional. Y todas son válidas aun siendo distintas. Nosotros siempre recomendamos a los winelovers que saquen una media. Los vinos que están arriba en todas no es por casualidad. Para los que sencillamente buscan un vino que les cautive, sigan confiando en su criterio, posiblemente para usted sea más válido que esta vorágine de sobresalientes, notables y aprobados justitos.
Esta etapa de las puntuaciones nos llevará hasta las puertas de la Navidad, conviviendo con la frenética campaña. Acciones, presentaciones, anuarios, ferias, maridajes, eventos… será un ‘non stop’ al que le hemos cogido el gusto en esta última década.
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