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Snow, vino y arroces en Nueva Zelanda

Queralt Castellet - Portrait
David Blay Tapia

Como muchísimos deportistas de élite españoles (y más si son mujeres y transitan por deportes minoritarios), si leen en este post el nombre de Queralt Castellet posiblemente de inicio les suene lo mismo que el de Xantal Giné. O sea, poco. O nada.

A ello se le une que, por mucho que se llenen las estaciones de esquí en cuanto empiece a nevar en España, aquellos que optan por el snow siguen siendo muchos menos que los que se calzan las clásicas tablas individuales, lo que supone asimismo una potencialidad muy baja en cuanto a seguidores de esta modalidad a nivel deportivo.

Sin embargo, hablamos de la única rider (para los de la Logse, que diría Goyo Jiménez, deportista de nieve sobre tabla 🙂 que ha conseguido una medalla en un mundial en la historia de nuestro país. Y alguien quien, pese a contar tan sólo 26 años, ya ha estado presente en tres Juegos Olímpicos de Invierno.

Alguien que, bajo el patrocinio de Red Bull, ha pasado los últimos años de su vida a caballo entre Estados Unidos y Nueva Zelanda, sin apenas tiempo para ver a su familia en Sabadell.

Llegados al quinto párrafo, es legítimo que aquellos que me estén leyendo se pregunten: ¿pero qué nos estás contando? Básicamente porque éste es un blog de deporte, sí, pero maridado con la gastronomía. Me alegra que me hagan esta pregunta. Ahora la respondo.

Queralt es una persona atípica. Le gusta pescar, vivir en una granja entre vacas (vamos llegando a temas de comer J), cocinar, pintar y degustar vinos. No significa esto que descuide su alimentación como deportista de élite, por cierto, pero obviamente alguna caloría más que la mayoría de sus compañeros debe ingerir para no pelarse de frío día sí y día también.

Podríamos contar que cocina arroces en el país de los kiwis para alucine de la gente con la que comparte parte de su existencia (hemos preferido omitir la palabra PAELLA para no instigar las iras puristas). Pero, por encima de todo, su pasión tras la tabla se aposenta en botellas en horizontal cuyo contenido sale de barricas (quizá cinco J).

A todos los empresarios españoles que quieran abrir los oídos y las fronteras: entre los planes de la catalana está importar vinos neozelandeses, al tiempo que abre un mercado casi virgen a aquellos caldos nacionales que estén interesados en dar el salto allí.

Pero no crean que es un capricho de una niña que se aburre. Castellet lleva siete años conociendo la elaboración y distribución de las principales bodegas. Sabe distinguir de sobra los sabores y aromas de un tinto y un blanco. Y entre sus planes inmediatos está el de matricularse en un Master de Enología para compaginar su vida deportiva con la de otro ámbito profesional.

 ¿Cuántas veces hemos visto que el deporte es capaz de abrir puertas que los aranceles, las fronteras o la desconfianza cierran en trámites iniciales? Pues aquí hay oportunidad para el mundo vinícola. Por cierto, ella no es sólo una celebridad cerca de Oakland: también lo es en Japón. Dos mercados brutales para el vino español. ¿Quién dará el primer paso?

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