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Señor Grezzi: ¿Che cazzo fa?

Jaime Nicolau

El titular sustituye al original «¿De qué coño va esto?» Que Valencia es la capital de una Comunidad que vive principalmente del turismo es algo que no escapa a nadie. Que, por tanto, nuestra hostelería juega un papel fundamental en nuestra economía y en nuestra tasa de paro, tampoco. Que de nuestra gastronomía y su esfuerzo sale mucha de la facturación de nuestras despensas naturales, ídem. Que también los vinos valencianos ocupan cada vez más las cartas de nuestros restaurantes, otro tanto… Hasta aquí nada nuevo. Casi todos de acuerdo (seguro que ya hay alguno a estas alturas con ganas de atizarnos duro, pero no tendrá argumentos para rebatirnos).

Pues ahora llega usted, Sr. Grezzi, a cargarse de un plumazo las facilidades para que la hostelería intente vivir. A los clientes se les dificulta todo, hasta el aparcamiento en el carril bus. Si me dice a qué objetivo responden todas estas decisiones, quizás haga un último esfuerzo por entenderle.

Pues en el primer fin de semana de su experimento tiene uno de sus objetivos conseguidos: la hostelería está en pie de guerra. Pero los taxistas no han llenado sus carteras, más bien lo contrario, la gente no ha salido de su casa como en otros fines de semana y, lo que es más importante, la experiencia de los que sí lo han hecho ha sido tremendamente cara, con lo que supongo que repetirán poco. 

Si ese restaurante cierra, muchos trabajadores valencianos irán a la calle; dejarán de comprar a empresas valencianas y estas lo notarán; dejarán de comprar vinos valencianos y las bodegas lo notarán. ¿Puede decirme un solo sector al que esto beneficie? Tampoco creo que sea solo culpa suya, alguien que se lo ha parado varias veces finalmente lo ha autorizado.

Cuenta la leyenda, Sr. Grezzi, que una noche del mes de mayo en Valencia, las paradas de autobuses de línea de la Gran Vía Marqués del Turia y la zona centro se llenaron de comensales que salían satisfechos de los restaurantes de esa zona… Esa leyenda debe de ser la que ronda su mente. Su sueño idílico, y cómo bien decía Calderón… «y los sueños, sueños son».

He entrado en el terreno de José Antonio López. Lo sé. Pero seguro que él y su trituradora siguen triturando la actualidad. De momento me quedo con las palabras del presidente de la Federación de Hostelería, Manuel Espinar: «El viernes fue un auténtico desastre». Si mientras tanto, Sr. Grezzi, se le ocurre contestar alguna de las preguntas, estaremos encantados de rectificar si nos convence. Lo tiene difícil. Y cuando digo nos, también me refiero a los ciudadanos. ¿Tan difícil es consensuar con los sectores afectados estas medidas? Pues da la sensación que para usted sí.