José Antonio López
Manía que les ha dado a algunos cocineros por cambiar o revolucionar platos que ya de por sí son buenos y que se buscan en lugares donde se han servido, tradicionalmente, precisamente por mantener la tradición.
Recetas que nos vienen de nuestros mayores y que han conseguido que la cocina valenciana esté a la altura y tenga el respeto que se merece y mantenga la admiración que provoca en todo el mundo.
Les digo esto porque, últimamente, he asistido a presentaciones de nuevas cartas de restaurantes donde me han ofrecido auténticas pifias en mor de una modernidad mal entendida o por el afán de hacer lo que nadie ha hecho hasta ahora.
No se paran a pensar que, si nadie lo ha hecho, es porque no valía la pena hacerlo y porque hay cosas que no se deben tocar y, si se tocan, se cambian de nombre.
En estos días alabamos y disfrutamos de platos como el Arròs Rossejat Torrentí o la Cassola de Sant Blai.
Puñetas, con perdón, estos y algunos otros muchos gracias a Dios, no deben ni pueden ser tocados en lo más mínimo. Aquí no vale eso de que la evolución y la nueva cocina y los nuevos gourmet. Nada de nada. Las tradiciones son lo que son y están escritas a lo largo de la historia. Si alguien quiere aportar algo nuevo o distinto, que no tiene por qué ser malo, que le cambie el nombre. Lo que tenemos es nuestro y nos sentimos orgullosos de ello.
Si les queda alguna duda, les invito a que vayan a Torrent esta semana y se preparen a disfrutar de una oferta gastronómica tradicional que les será muy difícil de olvidar.
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