José Antonio López
Ha vuelto a suceder y lo peor es que no hay visos de encontrar una solución al problema.
Hace unos días hemos tenido la celebración del Día de la Madre y es algo realmente hermoso y que sirve de homenaje a esas maravillosas mujeres que nos han dado algo más que la vida.
Cómo no, lo mejor para ellas y, sobre todo, ese día no se come en casa. “Que nos lo den todo puesto y no quitamos la mesa ni cocinamos ni nada de nada. Es un día al año”. Y también me parece estupendo.
Ahora viene la segunda parte. Algunos “señores” no prevén el que los restaurantes tienen plazas limitadas y que hay otros señores que tienen como norma reservar, asegurándose no solamente un buen sitio, sino también la posibilidad, incluso, de elegir un menú para la ocasión porque da pie a que el cocinero, pueda ir al mercado y conseguirle el mejor producto y fresco.
El primer “señor” llama al restaurante y monta el pollo cuando le dicen que está todo ocupado. Aquí viene aquello de que “yo que soy cliente de toda la vida” y resulta que fue una vez hace cinco años…” Que me aconsejó don fulanito que ustedes eran gente seria y que…”, y el pobre encargado de mesas se hace cruces hasta decirle que es imposible atenderle porque no harían bien su trabajo o encontrar “esa mesa que había al final y que puede ser de su agrado”.
Todo por intentar complacer “al cliente de toda la vida que no ha venido nunca y viene recomendado de parte de don fulano de tal”.
En hostelería se hacen milagros. Más de lo que parece.
Pero hay más y esto es lo verdaderamente importante.
Conozco un buen restaurante en Valencia que admitió una reserva para 24 personas en el Día de la Madre. No es muy grande el local, por lo que, con esta mesa y dos más, ya estaba todo lleno. Al ser mayoritario el encargo, se les ofreció la posibilidad de elegir menú. Y se hizo. Y todo el personal del restaurante trabajó para ofrecer lo mejor de sí mismo.
El mismo día de la celebración, a las doce de la mañana, los comensales cancelaron la reserva.
Con un par.
Les prometo que no ha sido el único restaurante que se ha quedado “con la mesa puesta”, todo el producto comprado y elaborado y un palmo de narices.
He comentado varias veces que hemos de comprender que, al hacer una reserva, pueden pedirnos una cantidad a cuenta. Lo hacen en miles de sitios donde compramos otro tipo de productos. Siempre se me ha dicho que la gente no lo entendería.
Quien no lo entiende es servidor y pido responsabilidad a las personas que reservan y no cumplen, y apertura de miras hacia los locales que piden un adelanto por el servicio que demandan, porque de lo contrario…¿ quién paga los platos rotos?
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2 comentarios en
Juan M. Fresneda el 11 mayo, 2017 a las 8:06 pm:
Quien tiene la cara tan dura de cancelar una reserva a última hora, ya tenía la cara dura antes de hacerlo.
Quien tiene la ética lógica de entender que un restaurante no puede quedar colgado de esa manera, en modo alguno se molestará si se le solicita una cantidad a cuenta.
Nadie va a perder ni un solo cliente por tomar esta medida. Solo los caraduras pondrán alguna pega.
Mucho mejor trabajar sin peligro, ¿no es cierto?
Mai el 12 mayo, 2017 a las 11:09 am:
Completamente de acuerdo en pedir un anticipo. Nosotros pedimos un n de tarjeta hace unos meses y si es cierto q alguna gente se sorprende pero en cuanto les das una explicación todo el mundo lo entiende y el q nopues q no reserve y así sabemos q tenemos la mesa vacía y la podemos ocupar