José Antonio López
Ya estamos todos removidos.
La Navidad se nos echa encima y nos pilla, como cada año, con el paso cambiado. Mira que lo dijimos. “Que no se nos pase lo de la comida/cena de empresa, que luego está todo lleno y no hay forma de encontrar un sitio agradable. En octubre, lo buscamos y será mejor y más barato”. Pues nada, estamos encima de las celebraciones y todavía estamos dando la vuelta al tema y mareando la perdiz.
Menos mal que, en cada casa y en cada empresa, tenemos a un Pepe (no se ofendan yo me llamo José) que se las sabe todas y, como de costumbre, conoce un sitio maravilloso donde por muy poco dinero comes, bebes y disfrutas de maravilla.
Me recuerda a aquellos tiempos en los que alguien te decía que había comprado unos vaqueros por tres duros y cuando le encargabas algunos para ti, salía con lo de que eran series limitadas.
A lo que vamos.
El “espécimen” vuelve por Navidad.
Sí, vale, lo digo, como el turrón.
Y se pone en marcha en cuanto oye que los compañeros están preparando la fiesta. Calla, mirando su mesa de trabajo y sonriendo, en tanto que ve cómo van cayendo las propuestas de los “nuevos” que quieren hacer méritos ante la dirección, consiguiendo lo imposible y volviendo a realizar el milagro de los panes y los peces.
Tranquilo.
Pepe sabe que, al final, vendrán a buscarle.
Y le buscan.
Y lo que es peor, lo encuentran. “Hablar con Pepe, que se conoce todos los sitios y consigue lo que los demás no son capaces de descubrir.” Y los compañeros se echan las manos a la cabeza ante la irremediable cascada de despropósitos que vienen tiñiendo de fritangas, vinos peleones y otras cosas, las celebraciones que año tras año, el Pepe de turno consigue para una cena o comida compuesta por tres platos, más entrantes, postres, cafés y “los chupitos se los sacamos gratis”, por la friolera de 12€ por persona.
Hay quien va a esas cenas/comidas con chubasquero. Antes iban con trajes de noche y, algunos, hasta con corbata. Ahora, con chubasquero.
Y aciertan.
Y les digo, que nuestros restaurantes distan mucho de ser ONGS.
Son negocios con los que se intenta ganar algo de dinero (después de freirte a impuestos) y sacar a una o varias familias adelante. Que son negocios donde se intenta y se consigue, dar de comer, con dignidad, a las personas que eligen el lugar. Que los dueños, en general, se han pasado muchos años de su vida trabajando y aprendiendo para poder servir y que, sus comensales, disfruten.
Que hemos tardado muchos años en llegar a que nuestros establecimientos hosteleros tengan la categoría y el reconocimiento MUNDIAL, con mayúsculas, que tienen. Con lo que, amigos, si encuentran a ese Pepe, que les dice que “por cuatro duros se hincha uno a comer en un sitio que yo me sé” denle con un canto en los dientes y piense que, lo que se ahorra en la comida/cena tan barata, le cuesta mucho más en farmacia. (No tengo nada en contra de los farmacéuticos, pero cada cosa a su tiempo).
Disfruten de las Fiestas.
Tendremos ocasión de repasar y acordarnos de los “listos”. Mientras tanto, desde esta pequeña columna, les pido que piensen, analicen y actúen.
No me gustaría perder lectores por culpa de los “inteligentes que compran barato lo que no se regala”.
Y este es solo el principio. Nos quedan El Día de la Salud. La Copa de Nochebuena. El almuerzo de después de la Navidad. La despedida de Año. El Año Nuevo. Los Reyes…
Caramba, que bien van las cosas.
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Un comentario en
Guiller el 22 noviembre, 2015 a las 9:32 am:
Por mucho que te escondas detrás de una pluma (mal dicho porque no escribes con pluma ) y reconozco que eres extraordinario con ella pero por tus venas corre las relaciones públicas y como no tu genio de la publicidad. Por lo tanto solo te digo FELICIDADES