David Blay Tapia
Como suele ocurrir de manera cíclica, las modas gastronómicas llegan a una ciudad prácticamente de modo invasivo, poblando en gran número locales de nuevos productos que apenas dos meses antes ni siquiera se encontraban en el imaginario colectivo de la población.
También, cada vez más, quienes apuestan por convertirse en empresarios ligados a la alimentación proceden de sectores absolutamente alejados. Pero el hecho de ser protagonistas de su propio negocio y la aplicación de sus conocimientos sobre modelos en auge constituyen más una garantía que un problema serio.
De hecho, si de algo suele adolecer quien emprende desde las cocinas es de la falta de formación en gestión. Algo que ha llevado a grandes ideas culinarias a estamparse con realidades como la mala previsión de escandallos o la imposibilidad de llegar a su público objetivo real. Y así siguen abriendo y cerrando locales en la ciudad.
La clave, en este caso, es sencilla: una comida asequible, saludable, con sabores diversos y que pueda ser consumida con cierta rapidez por aquellos que no quieran llenarse pero sí nutrirse adecuadamente antes de volver al trabajo por la tarde.
Pero, ¿por qué Lanzadera está interesada en Poké Shop, quien comenzará en breve con ellos su fase cero? La clave tiene que ver con el proceso seguido por los tres socios fundadores (David Campos, Lluís Gil y Vicente Lloret), que no han levantado la persiana porque sí ni cuando les apareció la idea en la cabeza.
Visitaron, tras elegir el modelo basado en el plato de origen hawaiano, todos los restaurantes posibles de este ámbito que ya funcionaban (y muy bien) en diversas ciudades españolas. Trabajaron durante un año entero desde sus respectivos puestos laborales, incluyendo qué proveedores serían adecuados y hasta cómo debería funcionar la cocina y el sistema de elección de ingredientes por parte de los clientes. Tanto en horas valle, como en los picos donde podrían provocarse colas incómodas.
Con un sistema parecido al que impulsó Ray Kroc en las cocinas de McDonald’s (reflejado recientemente en la película ‘The founder’) y un local en una calle céntrica de Valencia como Pérez Pujol adaptado para comer solo o en compañía, los ensayos en vivo ya han conseguido ir optimizando el proceso. Y hacerles pensar en una expansión muy rápida de la idea, habida cuenta de que una vez el engranaje funciona en fácilmente replicable.
A ello se le unen algunos aspectos diferenciales respecto a restaurantes que han apostado por la misma idea: la posibilidad de consumir arroz negro de China, restringido hace algunos años solo a la familia imperial; la (gran) cantidad de un salmón traído desde Noruega que se incorpora a la mezcla si la pide el consumidor y los toppings pueden incluir encurtidos realizados de manera casera (y que se venden en el local).
Asimismo, dentro de la creciente preocupación por el medio ambiente la mayoría de los ingredientes proceden de kilómetro cero, al tiempo que los bols y los cubiertos están fabricados en materiales ecológicos y reciclables.
Como conclusión, los fundadores resumen su apuesta en una frase: ‘Un poké grande contiene el 100% de la cantidad diaria recomendada de proteínas e hidratos de carbono y, en función de cómo se elija la fruta y verdura, también de vitaminas’.
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2 comentarios en
La mati el 4 enero, 2019 a las 8:57 am:
Felicitaciones y mucha suerte en el proyecto
Kelo el 4 enero, 2019 a las 7:38 pm:
Deseo de corazón que funcione bien, os lo merecéis . Mucha suerte.