Mark O’Neill
Los cupages de vinos, o mezclas, nos permiten elaborar vinos sobresalientes teniendo en cuenta las variedades, el clima y el suelo. Una de las habilidades más valoradas de un enólogo es su capacidad a la hora de elaborar y conseguir vinos equilibrados aprovechando las características propias de cada varietal en la proporción perfecta.
Algunos de los vinos más famosos del mundo son cupages. Un claro ejemplo es el Champagne, resultado de una combinación entre Pinot Noir, Pinot Meunier y/o Chardonnay. En España, ocurre lo mismo con el Rioja, cupage de Tempranillo, Garnacha y/o Graciano. En otras zonas, lo que prima son los monovarietales, siendo este el caso de Borgoña con Pinot Noir; Chablis con Chardonnay; Beujolais con Gamay y Chianti con Sangiovese.
Los cupages son como los matrimonios, unos funcionan mejor que otros. Los más afamados son los cupages de varietales tintos procedentes de la zona de Burdeos, donde se combinan la Cabernet Sauvignon, la Merlot y la Cabernet Franc, dando lugar a algunos de los vinos más valorados y deseados del mundo.
La Cabernet Sauvignon es una uva de piel gruesa que produce vinos de un color rojo profundo con una intensa concentración de fruta, buenos taninos y buena acidez. La Merlot, propia de Burdeos, es más suave, con taninos sedosos y una discreta acidez, pero más cuerpo y más graduación. La Cabernet Franc aporta la estructura necesaria para la combinación perfecta de estos tres varietales.
Este no es un cupage exclusivo de Burdeos, también lo puedes encontrar en el sur de Francia, en Sudáfrica, en Chile y en Nueva Zelanda. Cada uno tendrá sus matices, reflejo del terruño de donde procede, el tipo de suelo, el clima y, por supuesto, las características propias de cada variedad.
La Cabernet Sauvignon también combina muy bien con la Shiraz, que aporta sedosidad y un toque especiado, siendo un cupage muy popular en Australia. En Chile suelen optar por combinar la Cabernet Sauvignon con la Carmenere o la Merlot, dependiendo del estilo y los matices que se quieran conseguir.
El vino de Rioja se caracteriza principalmente por sus aromas a fresas con nata, resultado de la combinación de Tempranillo junto con un pequeño porcentaje de Garnacha, al aportar esta última un toque dulce de confitura.
La Garnacha o Grenache es un varietal típicamente español y del sur de Francia. Constituye la base de los vinos elaborados en el sur del Ródano, entre los que encontramos Chateauneuf-du-Pape, uno de los vinos más famosos del mundo. La Garnacha produce vinos con cuerpo, de alta graduación alcohólica y con un paladar donde predominan las frutas rojas y los sabores especiados.
La Shiraz aporta acidez, color, y frutillas negras a la combinación. La Monastrell, también conocida como Mouvédre, es un varietal que por sus características aporta cuerpo, estructura y es un buen complemento a las dos anteriores.
Esta combinación es muy popular en otros países, sobre todo en el nuevo mundo, donde se la conoce como GSM (Garnacha, Shiraz, Monastrell) y más concretamente en zonas calurosas como el Valle de McLaren en Australia, o en Sudáfrica, donde la Garnacha adquiere un gran calidad al beneficiarse de las altas temperaturas.
Para los winelovers es fundamental educar nuestro paladar, y qué mejor forma que probando diferentes versiones de un varietal en concreto, y así poder distinguir e identificar regiones y países, y dar con el estilo de vino que mejor nos va a cada uno.
En otra ocasión hablaremos de cupages en vinos blancos.
Mark O’Neill, DipWSET fundador de TheWinePlace.es
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