Miquel Hernandis
A Susi Díaz no le hace falta la familiaridad que da la televisión para que cuando estás con ella te dé la sensación de conocerla de hace mucho tiempo. Su sonrisa y el carácter afable permiten que en una entrevista se genere mucha confianza. Si la semana pasada hablaba con ella para repasar el final de la temporada de Top Chef y la responsabilidad que supone la gestión de La Finca en Elche, también me habló de las fiestas.
Díaz cuenta que de estos días guarda un recuerdo muy bonito de las Nocheviejas que abría en el restaurante, «hacíamos unas fiestas espectaculares». En ellas, al terminar el servicio, «José María y yo salíamos a bailar con los clientes porque, afortunadamente, además eran amigos».
Trabajo y fiestas son conceptos indisolubles, como es natural en el sector, lo que hace que en su casa «abrimos los regalos cada año un día, depende de cómo caigan las fiestas y los descansos». En Nochebuena no tuvo descanso, «nos juntamos unas 30 personas por lo que básicamente paso el día cocinando para la noche», cuenta con una sonrisa. «En cualquier caso es un día muy bonito», añade, «porque mientras la preparo se acercan muchos clientes a felicitarme las fiestas y es un momento al que le tengo mucho cariño».
Por todo esto Díaz explica que «en casa vivimos mucho las navidades». Sí «es cierto que en el restaurante es temporada alta», lo que implica que los descansos sean menores, «al mismo tiempo se respira ambiente de fiesta». Y confiesa que otro de los placeres que se permite en esta época, uno de sus favoritos, es que con el frío «puedo disfrutar de mi chimenea».
El gran cambio de Susi
Su colaboración como juez en Top Chef le ha dado alegrías en lo profesional y no oculta su satisfacción por la evolución vivida durante este año. «La productora decía que el gran cambio de esta temporada era el de Susi», cuenta. Y explica que además de la experiencia tras un año agradece el cambio de rol que le han asignado como jurado, reflejando su gran corazón, «se dieron cuenta de mi carácter y me han encauzado como la persona más cariñosa». Asegura que «por parte de la cadena no tenemos ninguna norma, excepto la de no decir tacos, que a Alberto [Chicote] le cuesta aguantarse lo que no te puedes imaginar», remata risueña.
En su cocina aún mantiene las fotos de todos los concursantes que han participado en esta edición, «soy muy sensible y quiero hasta al más malo», con lo que «me duele cuando tengo que tirar a alguien a la calle». Si bien aún no está confirmada su participación en la tercera temporada del programa, cree que están contentos con su labor.
Eso sí, si valora los importantes beneficios que aporta el programa para los ganadores, como que «David tiene tres meses de lista de espera y de que Begoña haya tenido que abrir su segundo restaurante», ella de momento es feliz gestionando solo el suyo, ya reconocido con una estrella de la Guía Michelin y dos soles de la Guía Repsol. «Me ofrecen muchas cosas, pero quiero estar aquí todo el tiempo que pueda, y cuando no, descansar un poquito», concluye, «para mí la felicidad funciona así. Montar otro restaurante es agobiarme más y no vivir. Al final la vida es más corta de lo que pensamos».
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