Mª Carmen González
Por todos es conocida la genialidad de Leonardo Da Vinci y las numerosas facetas en las que destacaba. Fue pintor, arquitecto, inventor, anatomista, científico… Un auténtico hombre del Renacimiento. Pero quizás pocos sepan de otra de sus pasiones, el vino y la viticultura, y desconozcan también que hoy en día, 500 años después de su muerte, podemos encontrar la viña que el genio trabajó en Milán.
Un viñedo de Malvasía de Candia aromática que le regaló Ludovico el Moro, duque de Milán, en 1498 en agradecimiento por el gran trabajo realizado en La Última Cena y del que podemos disfrutar hoy en día gracias a los trabajos genéticos y estudios del ADN realizados por un grupo de científicos. Una especie de Parque Jurásico de la uva.
La Vigna di Leonardo se encuentra en el interior de la llamada Casa degli Atellani, frente a la iglesia de Santa Maria delle Grazie, donde Leonardo pintó La Última Cena. Esta zona fue bombardeada en 1943 por los Aliados y la viña resultó quemada. Hace unos años, un grupo de expertos encabezados por el enólogo Luca Maroni, la genetista Serena Imazio y el profesor Attilio Scienza, máximo experto del ADN de la vid, en colaboración con la Università degli Studi di Milano, excavaron estos terrenos con la idea de encontrar raíces de aquel viñedo original y así poder recuperarlo.
Y, efectivamente, hallaron restos de Vitis Vinifera en los que los expertos encontraron ADN y pudieron descubrir de qué variedad se trataba. La genetista comparó el ADN de las raíces encontradas en el viñedo de Leonardo con el de todas las variedades cultivas en Italia e identificó las similitudes genéticas más relevantes con un clon de Malvasía de Candia conservado en el banco de germoplasma del Consorcio para la Protección de los vinos DOC dei Colli Piacentini. El siguiente paso fue replantar esta variedad, recreando el viñedo original de Leonardo, en el mismo lugar que lo trabajó el genio hace 500 años.
Esta viña ‘volvió a la vida’ con motivo de la Expo 2015 que se celebró en Milán y ya ha dado su primera cosecha. La Vigna di Leonardo, que reproduce el antiguo viñedo del artista, puede visitarse en la Casa degli Atellani, un palacete del siglo XV situado en Corso Magenta, a escasos metros de Santa Maria delle Grazie. La entrada permite conocer tanto el viñedo como el interior de la casa, decorada con numerosas obras de arte y bonitos frescos, y su jardín lleno de estatuas.
En el interior del palacio destaca la Sala de los Retratos, con frescos de 14 miembros de la dinastía Sforza, a la que pertenecía Ludovico El Moro, así como la Sala del Zodiaco (S. XVI), con los signos del horóscopo pintados en el techo. La entrada general cuesta 10 euros (existen precios reducidos) e incluye una audioguía disponible en cinco idiomas, entre ellos el español.
Leonardo, un apasionado del vino
Leonardo Da Vinci fue un apasionado del vino, un mundo al que se vio pronto muy unido, ya que su familia poseía viñedos en la Toscana, concretamente entre las localidades de Vinci y Bacchereto. Su padre, notario de profesión, ya elaboraba vino.
El autor del retrato con la sonrisa más enigmática del mundo del arte era un consumidor habitual de vino, que recomendaba beber con moderación y con el estómago lleno. La adquisición de esta bebida fue anotada regularmente por Leonardo en listas de la compra que se conservan. Incluso diseñó un objeto precursor del actual sacacorchos.
Leonardo también estudió el cultivo de la vid. En 1515 envió una carta al agricultor que dirigía su finca en la que le daba precisas indicaciones técnicas para obtener un vino libre de defectos, que casi puede considerarse un tratado de viticultura. Se trata de sugerencias referidas tanto al trabajo a realizar en el campo como en bodega. Daba consejos sobre cómo fertilizar el suelo, explicaba procesos como el de la fotosíntesis y realizaba sugerencias para conseguir el racimo perfecto. Cuestiones que hoy en día pueden resultar normales pero que en la época eran pioneras. Hay quien considera a Leonardo el primer enólogo de la historia.
El artista soñaba con tener un viñedo propio para poner en práctica sus innovadoras ideas en el campo vitivinícola. Y su deseo se hizo realidad en 1498 gracias a Ludovico Sforza, duque de Milán, conocido como el Moro. El duque había encargado a Leonardo pintar la Última Cena en 1495 y tres años más tarde, cuando el genio aún no había terminado la obra, le regaló el viñedo, en agradecimiento al gran trabajo que estaba realizando.
Se trataba de una viña de 8300 m2 situada frente a la iglesia en la que Leonardo estaba realizando una de las obras maestras del arte universal. Era habitual ver al genio acudir cada tarde a su viñedo, para relajarse tras una dura jornada de trabajo entre pinceles. Poseer esta viña, además, le supuso a Leonardo otra ventaja. Y es que para obtener la ciudadanía milanesa había que tener propiedades, y este viñedo lo era.
Pero Leonardo pudo disfrutar poco de sus cepas, ya que en 1500, tras la entrada de las tropas francesas en Milán y el encarcelamiento de El Moro, su valedor, tuvo que abandonar la ciudad. No obstante, dejó a cargo del viñedo al padre de su alumno favorito, Gian Giacomo Caprotti, conocido como il Salaì.
Leonardo no se olvidará nunca de su viña, y en 1519, la citará en su testamento. Así, a su muerte, legó una parte de la misma al Salaì y otra parte a un joven sirviente, Battista de Villanis. El genio murió el 2 de mayo de 1519 en el castillo de Clos Lucé, en pleno valle del Loira, otra región vinícola conocida sobre todo por sus vinos blancos.
Los vinos de Leonardo
Hoy, 500 años después de su muerte, no solo podemos disfrutar del viñedo de Leonardo, sino también de vinos que llevan su nombre y que han sido elaborados interpretando el método ideado por el artista. Así, Le Cantine Leonardo da Vinci, una cooperativa fundada en 1961 en Vinci -ciudad natal del genio-, ofrece vinos elaborados con diferentes variedades de uva (sangiovese, merlot, syrah, vermentino, rosso di Montalcino…) y en los que se siguen las especificaciones realizadas por Leonardo hace 500 años.
Así, la bodega tiene cinco gamas con vinos con etiquetas que reproducen algunas obras del artista o aspectos relacionados con su vida. La colección Villa Da Vinci lleva por nombre el de los terrenos de la familia del pintor, y sus vinos reproducen nombres de obras de Leonardo, como Linarius, San Zio o Sto. Ippolito; 1502 Da Vinci in Romagna, recuerda la experiencia del artista en esta región italiana, en la que pasó seis meses; Da Vinci I Capolavori resalta en sus etiquetas algunas de las obras maestras del pintor, como la Dama del Armiño, Bacco o La Virgen de las Rocas; en las etiquetas de Leonardo Da Vinci podemos observar el famoso Hombre de Vitruvio del genio, y en las de Leonardo Geniale nos encontramos con la imagen posiblemente más conocida de este genio del Renacimiento.
Leonardo vivía el vino. Da Vinci amaba el vino. Al genio se le atribuye esta frase: «Cada vez que se descubre un buen vino, resulta mejor para la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella». Nada más que decir.
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Un comentario en
Itzel el 13 marzo, 2024 a las 7:35 pm:
Una tristeza enorme anunciar que el museo y el viñedo de Leonardo cerro, al parecer, de forma definitiva. El lugar ha sido vendido y adquirido por el francés Bernard Arnaud, dueño del grupo LVHM, sí Louis Vuitton. Así que ya no será posible visitarlo como museo al público. Se cree que en su lugar se hará un hotel de lujo. Un perdida enorme para todos. Este mes pensaba visitar el lugar y al momento de buscar comprar las entradas me he llevado un muy brutal disgusto de la sorpresa fatídica. El recinto pasa a manos del empresario francés y fuera de las.manos de Italia. ¿Cómo pudo ser posible?
El inmueble era particular no estatal, sin embargo este lugar tuvo que ser protegido por el gobierno italiano para su soberania, para su pueblo y para todos como un buen mundial. Una verdadera calamidad la perdida
del inmueble. Seguramente retomarán el viñedo para hacer una marca desmedida, cara, exclusiva de la uva y el vino de Leonardo Da Vinci.