Mª Carmen González
Se abre la puerta. Un bello fresco del siglo XVI con las imágenes de las santas Justa y Rufina nos da la bienvenida desde lo que se presupone el altar de una antigua iglesia. Hasta aquí todo normal, a no ser porque a los pies de estas pinturas nos encontramos con un buen número de barricas donde reposan tranquilos litros de vino. Estamos en Descalzos Viejos, una bodega muy singular situada en un antiguo convento trinitario de la bella localidad de Ronda.
La espiritualidad que en otros tiempos llenó esta estancia, cuando era el oratorio de los monjes que habitaban el convento, llega hasta nuestros días transformada en sosiego, paz y en una atmósfera muy especial que baña lo que hoy se ha convertido en sala de barricas y depósitos de la bodega.
Descalzos Viejos es el proyecto de las familias Retamero y Salesi. Arquitectos de profesión, Francisco Retamero y Flavio Salesi emprendieron hace unos años la tarea de restaurar el antiguo convento de los Trinitarios Descalzos de Ronda. Conocedores de que según un inventario del siglo XIX había viñedos en el recinto, decidieron volver a replantar viñas y recuperar el cultivo, y rehabilitar el cenobio como sede de su bodega.
No fue un trabajo fácil, dado el estado en el que se encontraba el convento, pero en las labores se toparon con alguna sorpresa muy agradable, como unos frescos del siglo XVI ocultos bajo varias capas de cal, en la zona del presbiterio de la iglesia; un oratorio que durante años fue utilizado como corral.
En estas pinturas están representadas las santas Justa y Rufina, protectoras de la comunidad y patronas de Sevilla, que visten un ropaje clásico, portan las palmas del martirio y coronas sobre la cabeza recubiertas de pan de oro. Las santas, consideradas también protectoras de la Giralda –la tradición afirma que intercedieron para que la torre no cayera tras el terremoto de 1504–, llevan la cruz trinitaria en el pecho y están rodeadas de piezas de alfarería, profesión a la que se dedicaban.
Precisamente, dos de los vinos de Descalzos Viejos llevan el nombre de las santas sevillanas. DV Las Santas Iusta y DV Las Santas Rufina, dos monovarietales, el primero de ellos elaborado con garnacha y el segundo con syrah.
Bajo las pinturas de las santas se representan los cuatro evangelistas, y en otras partes, y en peor estado de conservación, los padres de la Iglesia y personajes relacionados con la orden, como sus fundadores, San Juan de Mata y San Félix de Valois, o el Papa Inocencio III.
La Orden Trinitaria fundó este convento en las faldas del Tajo en 1505, gracias al Privilegio Real de la reina Doña Juana I de Castilla. La orden, sin embargo, abandonó el lugar a finales del siglo XVI y se trasladó a otro edificio de la localidad, menos aislado.
En 1608 el Convento del Tajo se entregó a la Orden Reformada de los Trinitarios Descalzos, nacida a finales del siglo XVI. Los Descalzos permanecieron en este edificio hasta 1664, año en que se trasladaron más cerca de la ciudad, debido a los problemas de humedades, corrimientos de tierras, daños provocados por terremotos… que tenía el cenobio. Sin embargo, los Trinitarios más ancianos se quedaron en el terreno a cargo de los huertos y frutales, y de ahí surgió el nombre de Descalzos Viejos, denominación que ha recuperado la bodega.
El edificio del Tajo quedó durante mucho tiempo prácticamente abandonado, sometido a un lento proceso de degradación que, tras las desamortizaciones del siglo XIX, lo llevó a utilizarse para diversas finalidades agrícolas, ganaderas o incluso como vivienda.
En 1998, los actuales propietarios iniciaron un proceso de restauración integral para convertir el convento en sede de la bodega. El proyecto supuso la recuperación del edificio principal y sus jardines, huertos, estanques, fuentes y entorno.
La finca Descalzos Viejos, con una superficie de 16 hectáreas, se sitúa en un marco de incomparable belleza en la cornisa del Tajo de Ronda, rodeada de tres parques naturales, y con unas vistas extraordinarias. En la parte más alta se encuentra la bodega, y a su espalda un bonito jardín abancalado con árboles frutales y un nacimiento de agua. El viñedo se encuentra en la parte baja de la finca, entre olivos viejos y encinas.
Ronda
Descalzos Viejos es solo uno de los innumerables encantos de la localidad malagueña de Ronda; una ciudad que encandiló a escritores como Hemingway o directores de cine como Orson Welles –cuyos restos reposan para siempre en la localidad–, con una larga tradición como tierra de vides y vinos (en la actualidad en la zona existen una quincena de bodegas y un Centro de Interpretación del Vino).
El Puente Nuevo sobre el Tajo, la plaza de toros de la Real Maestranza, los baños y muralla árabes, el Palacio del Rey Moro, la plaza Duquesa de Parcent… Numerosos son los atractivos de esta localidad, emplazada en un lugar de una belleza excepcional, rodeado del Parque Natural Sierra de las Nieves y de la Sierra de Grazalema, ambos declarados Reservas de la Biosfera por la Unesco.
Un lugar en el que, como Orson Welles, muchos deciden descansar eternamente. Como el propio director dejó dicho: «Un hombre no es de donde nace sino de donde elige morir».
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2 comentarios en
Vicente el 22 marzo, 2018 a las 9:33 am:
Bonita publicación y lindisimo a vinos que comparto.
rubén lópez morán el 22 marzo, 2018 a las 10:16 am:
Muy chulo, compañera. Y compartido.