David Blay Tapia
Muchas de las campañas de Turismo en Valencia siempre van destinadas, con acierto, a promover la gastronomía local entre los visitantes recurrentes o fugaces a la capital del Turia. Pero, en la era de las experiencias, hay personas a quienes comer en un restaurante se les queda corto.
Una vez más, la industria privada complementa la oferta pública en este sentido. Y desde un local en un barrio no turístico de la ciudad consigue, sin embargo, congregar a más de 10.000 ciudadanos extranjeros al año, promocionando no solo los platos autóctonos sino también generando una continuidad y un boca a boca que se extiende más allá de unas simples vacaciones.
Valencia Club Cocina nació con la idea de formar a aquellos que, al albero del boom televisivo del sector, buscaban emociones más allá del deporte o las series de televisión. Pero su crecimiento, constante y sostenido, le ha llevado a convertirse en un referente por motivos muy diversos.
Para empezar, por apostar por la siempre manida frase de predicar con el ejemplo, escenificada en cursos para niños (acompañados de sus padres) que suplen una carencia cultural constante que lleva a los infantes a ser alejados sistemáticamente de las labores culinarias. Una apuesta personal de María Sánchez-Robles y Pablo Lozano, las caras visibles del proyecto.
A ello le unen el hecho de que muchos foráneos (ya la mayoría procedentes de China) decidan probar el ‘Paella Experience’ y aprendan a preparar un plato que fuera de las fronteras españolas no es percibido con la pureza que le otorgan los valencianos. Provocando que traten, a su vuelta, de cocinarlo por su cuenta y metan el gusanillo en otras personas para realizar el mismo camino hacia Valencia.
Pero además han vivido dos saltos cualitativos que les han llevado a extender su concepto más allá de lo inicialmente planeado: el primero, conseguir que las empresas sean conscientes de que la mejor manera de cohesionar sus equipos es haciéndoles comprar (en su cercano Mercado de Algirós) y cocinar de forma conjunta, creando lazos que más tarde se trasladarán al día a día laboral.
Y el segundo, que desde los inicios de la Feria Gastrónoma ésta les haya confiado la gestión del Espacio Cooking, a cuyo frente cumplirán cinco años en 2019 y que se ha convertido en una de las referencias de un certamen ciertamente emergente.
De este modo, Valencia Club Cocina demuestra que la gastronomía puede exportarse de otra manera. Siguiendo el precepto de que es mejor enseñar a pescar que conseguir el pescado a quien no tiene nociones. Y, de paso, se ha consolidado como una compañía rentable, ejemplo de que no todos los negocios gastronómicos tienen por qué llevar el nombre de un restaurante.
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