José Antonio López
Es la hora, no prudente, para que se produzca una noticia. Después de un día de mucho trabajo (y que no falte) Juan está montando la terraza de En Boga Bar. Complicado el trabajo porque Rafa, el dueño, es una persona que cuida los detalles y tiene un montaje digno de lo más alto.
Se lo ha currado.
Se lo merece.
Juan, decía, monta la terraza con sus compañeros y va dejando un halo de transmisión en cada una de las dejadas de las sillas y las mesas que le identifica como ese gran periodista que es, y que lo fue, allá en su Cuba natal y que le llevó a Ecuador buscando siempre aquello de lo qué hablar y lo mucho por sentir.
Íntegro.
Juan pone las mesas y va retransmitiendo, desde el fondo de su alma, todas las vivencias que ha tenido en su vida como lo hacía en el Canal 43 o en la 92.3 de FM.
Él puede hacerlo porque ha estado al pie del cañón en la difícil profesión periodística de jugártela por seguir adelante y, sobre todo, por mantener tu dignidad.
Y lo ha conseguido.
Si tienes mucha amistad con él, Juan te pondrá uno de sus vídeos que guarda con el amor de las personas geniales que lo son por su sencillez y entrega.
No espera que te emociones porque entiende que no has compartido momentos tan duros como transmitir un gol en un encuentro de fútbol o el derrumbamiento de un edificio.
Hoy, Juan está en la sala de En Boga Bar.
Todos los que le apreciamos sabemos que está cumpliendo con la misión que un comunicador tiene. Ora en la radio, en la televisión, en la prensa…o de cara al público en un restaurante maravilloso que dio acogida a personas tan grandes como él.
Juan no le da importancia e insiste en que sale mal en las fotos.
Y es verdad, colega. No hay cámara que entre en la grandeza de tu alma.
Es, por eso, AMIGO ENTRAÑABLE.
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