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Javier, de Kaymus

José Antonio López
También es una puñeta ser parte de familia numerosa donde trabajan los padres y alguien tiene que dar de comer a la prole… que, además, es abundante.

Javier se especializó en un plato clásico. Las cebollitas tiernas con huevos fritos. Y baja la cabeza como si este clásico del mundo de la cocina fuera algo de lo que uno debe avergonzarse.

El próximo día que vaya a Kaymus, al templo del buen comer, espero compartir plato estrella contigo, Javier. Seguro que Nacho, tu amigo y maestro, no solamente aplaude, sino que participa de tan buen comer.

Le gastan bromas sus compañeros porque dicen que ha tomado mucho el sol. Bronceado del niño que es más bien quemado de cocina que de rayos de sol de los que hace años, echa de menos.

De familia de Jaén, a mucha honra, y con una cultura gastronomita que para sí quisieran muchos.

Estudia cocina en Puçol y le toca las prácticas en mil y un sitio, donde el inquieto Javier no sabe asentarse.

Le viene de nombre. Javier. Inquieto, libre y… puñetero.

Qué pocas personas hay que contagien tanta alegría como el personaje del que hablamos.

Juntos, Andrea, Javi y Nacho, y estamos ante el cuadro de amistad, amor y profesionalidad de los más importantes de los últimos años.

Sencillos.

Auténticos.

En casa Granero, Javi estudia pastelería y añade un grado más a su manga de uniforme. Se enamora de la pastelería y sigue trabajando para encontrar nuevas formas y sabores con los que sorprender.

Y tropieza, que no encuentra, a Nacho en Torrijos, y es como un amor a primera vista que, ojalá, dure toda la vida.

Javier, el moreno sin sol, no sería capaz de hacer un plato que no fuera coherente.

Javier es capaz de bordar, entre otros platos, el all i pebre con patatas, huevos y jamón.

Es de campo.

Es grande.

Es Javier. Trabaja y disfruta en Kaymus, con los grandes.

Es, sin duda, un AMIGO ENTRAÑABLE.