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Israel y Roberto, Maldita Dulzura

José Antonio López
Hemos sido compañeros de mesa en una cata de vinos. Me llama la atención un compañero de viaje enológico que abre su corazón y pone en marcha sus sentidos para tratar de captar todas las enseñanzas que los maestros de vinos nos quieren comentar y compartir. Me llama la atención por su humildad y por su callada sabiduría. Necesito saber quién es y, amigos, en eso de investigar soy muy pesado.

Se llama Israel y peina pocos años. Él me conoce, yo no. Hablamos y compartimos uno de esos momentos únicos que solo los buenos vinos pueden llegar a conseguir entre las más diversas personas. Lo Necesario consigue abrir nuevas puertas y quedo con Israel para entrar en la suya, en Maldita Dulzura.

Israel es autodidacta. Desde muy pequeño sintió y siente pasión por la cocina. Ha sido el garante del buen comer de muchos de sus amigos que encontraron en él el filón para saciar el hambre y la sed de lo bueno. Era, como es lógico, muy querido.

Ha trabajado en muchos sitios que no tienen nada que ver con la hostelería, pero siempre ese gusanillo que nos une a los que amamos la gastronomía fue poniendo palos entre las ruedas de su carro hasta hacerle llegar a un destino muy claro.

Métete en la cocina, Israel.

Y lo hace en un local amable, pequeño, amigable, cordial, con mucha alma y menos escaparate. Una vez más, lo importante es lo de dentro y lo de dentro te envuelve y te obliga a volver tan pronto como puedes.

Sencillo, humilde, dispuesto a aprender. Se ha empeñado en trabajar una cocina tradicional y ha empezado por elegir el producto típicamente valenciano sin más pretensiones que ofrecer lo mejor, a un precio muy asequible.

Todos los días recibe la verdura de la tierra y el pescado del mar. Esta mañana lo primero rezumaba rocío y lo segundo daba saltos en la batea. Soy testigo. A las siete de la mañana recibe a sus proveedores y amigos que colocan sus productos en un bodegón increíble. No hacen falta ambientadores. Huele a huerta y a mar en su justa medida.

Roberto está curtido en mil y una batallas hosteleras. Comenzó su vida trabajando en restaurantes de playa y de ahí, a más locales donde pasea su humanidad, amabilidad, alegría y profesionalidad. Le conozco, le admiro, le aplaudo.

Como siempre, Roberto, no quiere ser protagonista de nada, pero sabe y asume que no le queda más remedio que dar la cara porque sus clientes y amigos quieren verle y dejarse aconsejar.

Israel y Roberto junto con Rosyami abren cada mañana a las siete y cierran cada tarde a las seis su Maldita Dulzura. Local de visita obligada donde se puede comer de menú por nueve euros y desayunar, almorzar y disfrutar de un ambiente casi olvidado, pero necesario para dejarse los móviles fuera del local. Su terraza, una gozada.

Israel y Roberto, Roberto e Israel por méritos propios, se merecen ser, hoy y siempre, los Amigos Entrañables.

Maldita Dulzura está en la calle Naturalista Arévalo Baca, 7 junto a la tabacalera, ahora Ayuntamiento. Su número de teléfono es el 658 721 659.

Sean felices.

Un comentario en Israel y Roberto, Maldita Dulzura

José Ramón el 22 octubre, 2017 a las 8:30 pm:

Israel y Roberto, Roberto y Israel de Maldita Dulcura, un lugar acogedor donde tapear y comer.Doy fé de lo comentado por el ilustre Jose Antonio Lopez gran conocedor del tema,tuve el placer de compartir un rato en este local donde pude degustar un poco de su buena cocina. No dejen pasar la oportunidad de pasar por Maldita Dulcura y disfrutar de la cocina de este humilde y gran cocinero, Israel.

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