José Antonio López
La verdad es que no sé si es una moda pasajera o se va a quedar como deporte nacional. Me refiero a la tremenda cantidad de “críticas”, la mayoría anónimas, que se vuelcan directamente en las redes sociales.
Se ve que el calor del verano ha influido en que muchas personas se encarguen de hablar mal de los restaurantes que visitan. Las quejas, continuas, y en ocasiones rayando la mala educación y llegando al insulto. Todo, bajo el anonimato más cobarde.
Estoy de acuerdo en que todos podemos dar nuestra opinión sobre los servicios que pedimos y pagamos en el restaurante que hemos elegido. Tenemos muchos derechos, pero también muchas obligaciones. La mayoría de las veces no se quejan estos «críticos espontáneos» de la comida, pero sí de la tardanza en servirles y sobre todo, de los precios.
Pienso que, cuando vamos a un local, debemos informarnos de la cantidad de comensales que hay en el mismo e incluso pedir que nos digan el tiempo que pueden tardar en atendernos. Hay que tener en cuenta que seguimos yendo todos a la misma hora y queremos la atención ¡Ya!
Imposible.
Por otra parte, cuando demandamos un servicio se nos da una carta con la oferta gastronómica del local y su correspondiente precio. No vale luego el quejarse de la cuenta y mucho menos utilizar la consabida palabra “robo”.
No, amigos. Hemos de acabar con esto. Está muy bien que demos nuestra opinión sobre un local pero hay que tener en cuenta de que no deja de ser un negocio del que viven muchas familias y que ha costado mucho montar y más mantener. No nos gustaría, a ninguno de nosotros, que se hicieran comentarios despectivos sobre nuestros trabajos y sus resultados.
Repito que es bueno que conozcamos opiniones, pero de ahí al insulto o a la mala educación va un trecho y las personas que emiten este tipo de juicios se están manifestando en su propia cultura y en la falta de respeto hacia los demás y hacia sí mismos.
Sí, este verano ha hecho nacer a miles de “críticos gastronómicos” pero ocurrirá lo mismo en otoño y en primavera y en invierno. Ya lo dije en una de mis trituradoras, a un restaurante o a un bar se va a disfrutar, a comer, a beber, a charlar… Usted puede elegir el local que quiera, el que más le guste y marcharse del mismo si no le convence. Lo que no puede ni debe hacer es ir con la escopeta cargada para ver los fallos de estos profesionales y, lo que es más triste, publicarlo a los cuatro vientos pensando que todos le van a alabar.
Vamos a intentar ser un poco más sensatos y alabar lo bueno al tiempo que corregimos, con educación, lo menos bueno.
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en