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Grandes vinos dulces del mundo

Cuando pensamos en los grandes vinos dulces clásicos del mundo pensamos en Sauternes en Burdeos, Tokaji Aszú en Hungría y, en Alemania, en los vinos de Beerenauslesen.

Las dos principales categorías de vinos dulces clásicos del mundo son, vinos de cosecha tardía y vinos fortificados. Los mejores vinos de cosecha tardía resultan del efecto de la botritis o podredumbre noble, un hongo que se desarrolla en la piel de la uva ya madura y que hace que las uvas se deshidraten, con la consiguiente concentración de azúcar y sabor. Para que se dé la botritis se requieren dos factores fundamentales: altas concentraciones de azúcar y humedad. En el momento de la vendimia los racimos tienen un aspecto deplorable, cubiertos de una capa blanquecina de moho. Las uvas se seleccionan de manera manual, evaluando racimo a racimo y grano a grano, lo cual requiere un intenso trabajo en campo que dura varias semanas. El vino resultante es puro néctar, miel, con intensas notas de frutas deshidratadas y con una vigorosa acidez.

El vino dulce de Jerez, el Oporto portugués del valle del Duero y el Madeira de la isla con la que comparte nombre, son vinos elaborados con un método diferente que consiste en la interrupción de la fermentación con adición alcohólica, y que se conoce como “fortificar” un vino, lo que resulta en que una gran parte de los azúcares naturales de las uvas permanecen en el vino.

Los vinos de cosecha tardía de Alemania y Austria conocidos como Beerenauslese elaborados con Riesling y ‘Sélection de Grains Nobles’ de Gewurtztraminer de Alsacia, son otros de los considerados grandes vinos dulces del mundo.

También en esta categoría de grandes vinos dulces están los ‘Ice Wines’, Vinos de Hielo, elaborados con uvas heladas. La vendimia tardía en climas fríos típica de Canadá, Alemania y Austria, implica que las uvas lleguen a congelarse en la viña con las bajas temperaturas y la llegada del invierno. Es una espera arriesgada con una producción muy reducida y cara, pero que vale la pena.

Entre los países del Nuevo Mundo, Australia produce excelentes vinos dulces de cosecha tardía de Semillon. En Chile, también aprovechan la podredumbre noble para elaborar deliciosos vinos dulces de Moscatel, al igual que hacen los sudafricanos con el Riesling y el Chenin Blanc.

Mucha gente considera los vinos dulces como vinos de postre, pero en realidad, servidos muy fríos maridan muy bien con un gran número de platos tales como jamón, foie gras, queso azul y quesos curados, y fruta fresca madura como las fresas y los albaricoques.

A pesar de que los vinos dulces clásicos están considerados entre los grandes vinos del mundo, desgraciadamente en los últimos años este tipo de vino parece estar pasado de moda, lo que es una verdadera pena. Parte del problema reside en la mala prensa que tienen los productos con algo contenido de azúcar y calorías. Además, la palabra botritis o podredumbre no son muy atractivas para el consumidor medio que carece de conocimientos sobre la forma de elaboración de estos vinos. La tendencia del mercado gira en torno a los vinos secos, y el consumidor, por lo general, considera el dulzor como algo negativo.

Las modas cambian y con el tiempo, espero que los aficionados al vino descubran o redescubran el placer de beber vinos dulces. Por su parte, creo que los restaurantes deberían incluir más vinos dulces en sus menús, al igual que los productores deberían aventurarse a recomendar nuevos maridajes en sus contraetiquetas.

Una copa de un vino dulce es excelente en cualquier época del año, así que ya sabes, ¿a qué esperas para disfrutarlo?

Mark O’Neill DipWSET fundador de TheWinePlace.es