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Esta es la terraza del verano

José Antonio López
Hace tiempo les invitamos a conocer uno de los bares más pequeños del mundo. Está en Alicante, en la calle san Cayetano, un lugar estrecho que va de Virgen del Socorro a la Playa del Postiguet. Cientos de personas pasan por ahí, otra cosa es entrar a la Escalereta del Raval, en Raval Roig, donde entran pocos porque no caben.

Fíjense si es pequeño que han despedido al cocinero, que últimamente había engordado, para que pueda entrar otro cliente.

He vuelto a la Escalereta con Miguel y con los dos Carlos, dos, que se encargan de poner orden en un caos muy estudiado. Cervezas, jamón, buenos salazones, genial amistad y máxima confianza.

Este bar es centenario y este año ya tiene una terraza de tres mesas y una pared donde se apoyan doce clientes, trece si son delgados. La tradición es disfrutar de la terraza (no caben dentro) pero lo atractivo es que los escalones que forman la bajada de la calle son las improvisadas mesas para gozar de todo lo que ofrecen.

Miguel, cara sería y manos de oro haciendo lo imposible en una cocinita digna de la señorita Pepis ¿se acuerdan? Los Carlos sorteando gente y escalones. La verdad, algo único.

Sirva la imagen como demostración. Los parroquianos se sientan en el suelo y preparan «su mesa» que comparten con propios y extraños. Puede tomar varias cosas, pero lo típico es la lata de cerveza con tapa de papas incluida, queso, jamón o fuet por tan solo un euro.

Lo demás forma parte de una historia que comenzó en el siglo pasado y que deseamos y esperamos dure muchos más años.

La mejor terraza.

O al menos, la más original.

No me lo negarán.