Jaime Nicolau
Leo uno de los cientos de informes que caen en nuestro mail cada día. Todos tienen que ver con el mundo del vino. Unos defienden una tesis y, a veces, justo el siguiente defiende la contraria y desmiente la primera. Uno de ellos analizaba el otro día los Concursos de Vino. Desde los más modestos a los más prestigiosos. Algunas de las argumentaciones puedo llegar a entenderlas. Ponían en duda la validez de unos premios que van a parar a casi el 90% de las muestras presentadas. Otra de las argumentaciones radicaba en el negocio que suponen, con cuotas por muestra presentada. Y, ¿qué quieren que les diga? Pues que si tal y como las bodegas comentan los reconocimientos les sirven luego para abrir puertas en el mercado, pues bienvenidos sean. Al final son unas reglas de juego establecidas y cada cual puede elegir si juega o no la partida.
Lo que me preocupa un poco es ver que son consultorías, la palabrita está de moda, las que se atreven a criticar cosas que son mucho menos relevantes que lo que ellas cobran a sus clientes por venderles aire y con mucho menos resultados en la cuenta de resultados. Obviamente no todas y no se den por aludidas las que trabajan profesionalmente que el resto ya lo harán. Son los charlatanes de feria del s.XXI. «Dame tu dinero y verás qué bien lo invierto y cuánto resultado te doy».
Y digo de moda, sí, porque ahora está de moda que una consultoría te establezca un estudio que finaliza diciendo, en el mejor de los casos, lo que debes y no debes hacer con tu dinero. Y digo en el mejor porque en el peor asesoran que lo mejor es que se lo des o se lo hayan dado ya las instituciones a ellos mismos, con el cuento de que ya se encargan de invertirlo bien. Y lo peor es que, repito, salvo contadas y muy profesionales excepciones que las hay, la mayor parte de las veces las estrategias establecidas son de nula visibilidad para la firma, precisamente lo contrario de lo que éstas buscan. Eso de «yo te hago que salgas en todos lados» lo he oído tantas veces, como porrazos de considerables dimensiones le han seguido.
Conocemos dos casos recientes. Un bodeguero amigo que nos pidió opinión. Y se la dimos y un estamento con algo más de potencial, al que también han intentado asaltar nuevos gurús de la comunicación que se tiran a la piscina sin siquiera conocer a los profesionales que estamos en los medios. Y claro también dimos nuestra opinión. La comunicación no es un juego. Es una herramienta que puede resultar muy interesante para llegar al público. Pero no se puede jugar con la confianza que en ti depositan las buenas personas. Porque eso es de ser mal profesional y, lo que es peor, mala persona.
Y cuando el dinero es privado el golpe es para una firma privada. Pero cuando sale de fondos públicos pues es más grave. Y ahora está muy de moda que consultorías, agencias autonómicas o provinciales de no sé qué, y demás escalafones creados con no sé qué fin, aglutinen unos recursos a los que no les dan la mejor salida… Y las bodegas acaban por hacer el trabajo y la inversión de los consultores que consultan pero no ejecutan porque lo que han vendido es mentira, como los charlatanes de feria. Sobran charlatanes y faltan acciones.
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