Jaime Nicolau
Otra vez el sector del vino, y la economía en general, se tambalean cogidos de la pechera por la mala gestión que nuestros políticos llevan haciendo muchos años. No hablaremos aquí de colores, ni banderas, ni de quién tiene razón, para eso hay otros. Lo que sí queremos que los amantes del vino conozcan es que el veto que se vende a productos catalanes es en realidad un veto a un montón de empresas que también trabajan para las firmas vetadas.
Un ejemplo. Caen las ventas de cava catalán. Y con ellas las de una empresa aragonesa que fabrica las botellas, y con ellas las de una empresa extremeña que hace lo propio con los corchos, y con ella las de una riojana que fabrica los morriones y con ella… y así podríamos seguir hasta una lista sinfín de empresas, muchas de ellas familiares, a las que veta el veto.
Y este ejemplo es extrapolable a otros sectores… y el veto sigue vetando a quien no quiere vetar… Y la pelota sigue creciendo.
No queda otra que confiar en el sentido común de la mayoría de la sociedad española, que ha demostrado muchas veces que está tremendamente por encima de la clase política que tenemos.
Seguro que hay quien se frota las manos pensando en que sus ventas se incrementarán por una situación que creo que a la mayoría le cansa. Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Las estrategias serias se basan en otra cosa.
Las economías están empezando a dejar notar esa tensión. Las empresas cambian su sede social, emigran asustadas por lo que pueda venir y por la incertidumbre que se genera. Ya ha volado Codorníu y puede seguirle Freixenet… y únicamente el sentido común puede devolvernos a la normalidad. A que cada uno consuma lo que quiera porque tristemente ya hay pocos productos 100% autóctonos en el formato en el que llegan al mercado y son una suma de empresas globales. Ya basta de listas de Schindler improvisadas en las RRSS, que han traído mucho de bueno pero también algo de malo.
Hay una frase del presentador Javier Cárdenas que me viene muy a la mente estos días: «El ser humano se extinguirá de estupidez». Y a fe que lo hará. Este momento es una buena prueba.
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