Miquel Hernandis
La Navidad es tiempo de reunirse con amigos y compañeros. El sector hostelero aguarda un mes intenso en el que este año, después de mucho tiempo de crisis, la gente ha decidido salir y celebrarlo.
Rodolfo de Paz, responsable de El Suquet de Castaños, no tiene ninguna duda, «España va bien, esto es un escándalo», afirma risueño. En su local de Alicante asegura que han llegado a las 1.500 reservas con menús «relativamente altos, empezamos con 30 y acabamos en 50 euros». Eso sí, confiesa que tuvo cierto temor antes de saber cómo respondería su público.
Ese optimismo lo comparte Daniel Marco desde Elche, donde en El Huerto del Cura empezaron a recibir demanda para estos días desde el pasado octubre. En el caso de El Suquet las reservas estaban cerradas en los principales días, como el pasado fin de semana y este del 19 y 20, los tenía llenos desde mediados del pasado noviembre, «incluso en la terraza y días como el jueves».
Eso sí, ambos coinciden en que, si bien hay ganas de consumir, ya no es a cuenta de la empresa. «La empresa no paga en su totalidad, se arregla pagando la mitad y el resto lo pone el trabajador», comenta Marco. Si a eso sumamos que además de las comidas de empresa se organizan las de otras aficiones, «al final sacas cuentas y te puedes gastar tranquilamente 160 euros». Por eso desde su restaurante han preferido mantener los precios este año.
Otro cambio que ha llegado a esta tradición culinaria es que se ha pasado con claridad de organizar cenas a celebrar comidas, en un 80% calcula De Paz. Un hecho que se debe, según cree, a la influencia del tardeo y que hace que se alargue hasta las siete u ocho de la tarde el paso del cliente por el restaurante. Marco cree que incluso en Elche, donde el fenómeno del tardeo se vive con menor intensidad que en Alicante o Murcia, arrastra a esa decisión, «se empieza en el almuerzo y lo estira de forma que no se hacen las mil». De Paz reconoce que se ve muy beneficiado por la ubicación de su local: la calle Castaños es el epicentro del ocio en la ciudad, con lo cual sus clientes no tienen que preocuparse en coger coche tras la comida para salir de marcha.
Buen ambiente
En esta clase de celebraciones la alegría desbordante de la gente se puede traducir en un jolgorio mucho mayor del que están acostumbrados ciertos locales. De Paz por eso aconseja directamente que quienes vayan en pareja o a hablar de negocios busquen otro hueco «porque cada uno lleva su ambiente y acaban sintiéndose desplazados». A Marco este no es un tema que le preocupe, «trabajamos mucho con eventos como bodas y lo entendemos», de todos modos asegura que sus comensales «se suelen portar bien».
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