Mark O’Neill
Muchos se equivocan al creer que el rosado es un vino de inferior al tinto o al blanco. No hay nada más refrescante que una copa de un buen rosado en el aperitivo o en la comida, ya que es muy versátil, y marida muy bien con gran variedad de platos.
Se puede elaborar de tres formas distintas:
– Cuando las uvas tintas alcanzan la madurez, se vendimian y se llevan a la bodega para un prensado suave, donde se obtiene el mosto amarillo claro. Durante varias horas se deja en contacto con las pieles para adquirir color y aroma, proceso conocido como maceración. La intensidad del color dependerá del tiempo que el mosto pase en contacto con el hollejo, y también dependerá de la variedad de uva. Con el tono deseado el mosto pasa a fermentación, igual que con cualquier otro vino.
– Mediante el sangrado, que consiste en extraer mosto desde depósitos con varietales tintas ya macerando. Esto permite al enólogo conseguir un mosto ligeramente coloreado con el que elaborará rosados. A su vez el mosto del tanque alcanza mayor nivel de concentración de taninos y color.
– La tercera forma de obtener rosados es combinando blanco y tinto. En Champagne utilizan este método para algunos de sus más prestigiosos ‘champagnes’. A una base de Chardonnay añaden un poco de Pinot Noir.
Según la zona o país varía el estilo del rosado. Los mejores rosados son secos con ciertos niveles de acidez, que dan al vino frescura. Dependiendo de la variedad, alcanzarán unos matices florales y frutales diferentes. Por ejemplo, un rosado bobal de Utiel-Requena, que en mi opinión es una zona que produce fantásticos rosados, tiene mucho color, aromas a cereza y frutos rojos, muy diferente a un rosado francés de La Provenza con base de garnacha, un poco más delicado, con taninos sutiles, ligeros florales y suaves tonos a fresas y cítricos.
Entre los principales estilos de rosados cabe la pena destacar los siguientes. España produce algunos de los mejores rosados del mundo. Diversidad de varietales y estilos entre los que destacan además del bobal, los rosados de tempranillo en Rioja o los de garnacha en Aragón.
En Francia son famosos los de la Provenza, muy identificables por su color claro asalmonado, principalmente elaborados con garnacha además de syrah y cinsault.
A Hemingway le encantaban el rosado; entre sus favoritos estaban los navarros y Tavel Rosé de Coté du Rhone. Así que, ya ves, el rosado también es cosa de hombres. En Australia, son muy populares los rosados de shiraz, y hay una tendencia generalizada a añadir a estos vinos cierto porcentaje de azúcar residual para satisfacer paladares más dulces. Aunque personalmente no me gustan tanto, comercialmente tienen gran éxito.
Así que, ya sabes, añade algún rosado a tu lista para probar en 2017.
Mark O’Neill DipWset y fundador de TheWinePlace.es
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