Mark O’Neill
Carmenere es para Chile lo que el Malbec es para Argentina. Al igual que muchas otras variedades clásicas es originaria de Burdeos y se introdujo en tierras chilenas sobre el 1800. Está emparentada con la Merlot y durante muchos años se utilizó como base para cupages con otros varietales.
La Carmenere nunca logró forjarse una gran reputación en su Francia natal y tras el ataque de la filoxera se la creyó extinguida. De hecho, no fue hasta 1994 cuando el estudioso francés y experto en ampelografía Jean Michel Bousiquot descubrió que la conocida hasta entonces como Merlot Chilena, confundida por su gran similitud, era en realidad Carmenere.
El redescubrimiento de la Carmenere ha jugado un papel clave en la evolución de la industria vinícola chilena. El éxito que tienen los vinos chilenos en todo el mundo se debe a una oferta muy competitiva, a precios muy razonables, de vinos elaborados con los varietales internacionales más populares, tales como, Cabernet Sauvignon, Sauvignon Blanc y Carmenere.
En 1989 Chile producía 400 millones de litros de vino, de los que tan solo un 7% se exportaban. En 2009, la producción se incrementó hasta alcanzar el billón de litros y las exportaciones alcanzaron el 70%.
A día de hoy, los esfuerzos de los principales productores chilenos se concentran en elaborar vinos que reflejan la diversidad de sus 14 regiones vinícolas, poniendo en valor su “terroir”, término francés que se utiliza para referirse a las características propias de un viñedo o región vitivinícola.
La Carmenere no es una variedad fácil de cultivar. Necesita tiempo para madurar, siendo uno de los últimos varietales en ser vendimiados, y requiere mucha atención en planta durante su desarrollo; pero lo más determinante es la dependencia que tiene de unas condiciones climáticas y geológicas específicas que implican un buen equilibrio entre días soleados y lluviosos, suelos profundos, días cálidos y noches frescas.
En España se pueden encontrar muchos vinos elaborados con Carmenere. Por ejemplo, los de Montes, Concha y Toro, Lapostelle, Santa Carolina, Luis Felipe Edwards y Miguel Torres Chile (sí, el mismo que elabora en Penedés). Un vino joven ideal para aquellos que nunca antes hayan probado la Carmenere. Tiene un color rojo brillante y en boca se aprecian cerezas y frambuesas con un toque especial de pimienta negra y chocolate.
Por otro lado, un Carmenere madurado en barrica tiene muchísima más complejidad, con un color rojo profundo, una boca llena de frutos rojos maduros, café, tabaco, cuero, tierra y clavo. Es un vino que se caracteriza por su sedosidad y sus taninos suaves perfectamente equilibrados.
Lo mejor de todo es que la Carmenere es excelente para maridar. Perfecta para barbacoas, cordero asado, verduras a la plancha y también comida india u oriental.
Ya puedes sumar un varietal más a tu lista de vinos internacionales.
Mark O’Neill
DipWSET y fundador de TheWinePlace.es
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