Jaime Nicolau
Se acaba el año 2014. Ese que suma ya no sé cuántos de caída libre. Uno más en el que la pobre clase política española nos prometió salir de la crisis. Ahora dicen que será en el que mañana iniciamos. En fin, que mejor pensemos en otra cosa porque nos han fallado tanto que no confiamos nada en ellos, aunque a veces parece que no se quieran dar cuenta. Qué coño! Lo saben, pero les damos absolutamente igual.
Con todo, la fiesta siempre va por barrios. El sector del vino, en lo que a las fronteras de la Comunidad Valenciana se refiere, no ha vivido un mal año. Pero las cifras hay que matizarlas bien para que nadie se lleve a engaños. Es cierto que las exportaciones no paran de subir, pero no lo es menos que el mercado nacional está prácticamente arrasado. Las bodegas van sobreviviendo gracias a la exportación porque el consumo de vino en España sigue cayendo en barrena. Las nuestras venden en la ‘terreta’ o en el extranjero, habiendo tirado la toalla en nuestro país casi todas. Una pena.
Estoy convencido de que ambas líneas de trabajo pueden convivir, pero todos los estamentos oficiales deben trabajar en la misma dirección. Lo primero es recuperar el consumo, siempre moderado, de vino. Para ello hay un enorme camino por hacer con el público joven. No es que se haya hecho abstemio, no. No vendan esa cabra que no la compro. Los jóvenes consumen probablemente más alcohol que nunca con fines de semana de excesos brutales. Cerveza y destilados se llevan la palma. Ahí tienen uno de los agujeros negros en la bajada de consumo de vino en España, cuando son muchos los expertos que hablan de las ventajas del vino consumido moderadamente. Se pueden hacer muchas cosas, por ejemplo se me ocurre, involucrar a los centros de estudios universitarios o de formación profesional. Aunque esto suene a pregonar en el desierto, ahí lo dejo.
Pero sí, seguramente este año que cerramos sea la demostración definitiva de que el vino es uno de los motores más fiables de la agricultura de la Comunidad, al nivel de los cítricos en importancia, si me apuran. Vamos, que Valencia es mucho más que paella y naranjas.
Así las cosas, seguramente esta noche abran para cenar un vino valenciano y para el brindis tras las campanadas una botella de cava de Requena. Porque una cosa sí han demostrado nuestras bodegas: no tienen nada que envidiar a nadie. Brindemos porque 2015 sea el año del despegue definitivo. Si no es así, tendremos oportunidades para hacer despegar a más de uno del sillón del poder, aunque viendo el nivel de la competencia, dudo que sirva de algo. Salud!
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