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¿A qué huele el vino a través de un smartphone?

David Blay
Hasta hace tres semanas, todos éramos conscientes de que utilizábamos las pantallas más tiempo del necesario. Grabábamos un concierto en lugar de disfrutarlo, fotografiábamos a nuestros hijos en lugar de observarlos o veíamos documentales de viajes en lugar de visitar esas ciudades.

La realidad de la crisis del COVID-19, sin embargo, nos ha llevado a una situación chocante: las ventanas tecnológicas al exterior de que disponemos nos están salvando en el apartado de contacto con seres queridos, compañeros de trabajo y hasta deporte, pero estaríamos dispuestos a dejarlas de lado para vivir en persona las conversaciones o tocar a la gente que tenemos al otro lado.

Puede parecer que el mundo del vino, en estas circunstancias, queda fuera de las experiencias sensoriales que pueden ser recreadas tras un smartphone o un ordenador, pero la creatividad de muchos de los protagonistas de este mundo en la Comunidad Valenciana se resiste a pensar que esa es la realidad.

Ahí aparecen figuras como las de María Lluch, formadora presencial que sin embargo ha decidido no parar su actividad pese al confinamiento. Y a la vista de los resultados que está obteniendo, mucha gente opina que su decisión ha supuesto una idea brillante.

A través de sus redes sociales mantiene una agenda apretada. Tanto, que cada día ejerce en ellas una acción diferente, proponiendo distintas opciones a aquellos que ya asistían a sus talleres y eventos de manera presencial. Y a otros que se han unido por el camino.

Hay clase de cata los lunes (lo que mantiene el consumo de vino al tener que realizarse, obviamente, con un caldo diferente cada vez). Los martes, consejos prácticos para poder disfrutar más de esa botella recién adquirida. Los miércoles se integra la cultura con combinaciones de sabores para determinados juegos de mesa o libros. Los jueves se forma en talleres, como el más que exitoso de vermú casero. Y los viernes se reta a un cocinero o cocinera a preparar una receta en base a lo aprendido en la última semana.

He visto a amigas maquillarse y juntarse en una llamada triple de WhatsApp para brindar. He visto lineales de supermercados teniendo que ser repuestos porque la gente sigue comprando para compartir con sus seres queridos. Veo trabajadores de bodegas luchando por mantener la herencia de sus padres y abuelos. E iniciativas como las de María.

Sigamos levantando la copa. Con moderación pero con ilusión. Que nada nos quite esas ganas.