José Antonio López
Se repite la historia.
Comienzan las vacaciones de Semana Santa y ya tenemos a la mayoría de los medios de comunicación dando la vara con los millones de desplazamientos que se van a producir, con las conexiones en directo para ver la circulación que hay en tiempo actual y los consejos para llegar al destino vacacional.
Por cierto, se habrán dado cuenta de que, cada vez que se conecta con el pobre periodista a pie de autopista no hay ni la más mínima retención. Cuestión de suerte.
A lo que vamos.
Los que se van y los que se quedan. Unos por otros vamos a aprovechar estos días para echar “un poco la casa por la ventana” y sentarnos, de vez en cuando en una terraza a tomar unos vinos o unas cervezas e incluso para comer con la familia.
Que la vida es corta y ya pagaremos a la vuelta.
Recuerdo un dicho que rezaba que, últimamente, las vacaciones se denominaban “de las tres P” Playa, Paseo y Pipas.
Esto ha cambiado, lo que no ha cambiado es lo que les relato.
Mi cuñado José Ángel, que lo es, que camina con seguridad, además de que sabe dónde pisa por experiencia y porque es podólogo ¡qué digo! de los mejores podólogos del mundo (perdonen, pero la familia tira), mantiene una teoría que se convierte en una irrebatible realidad.
Momento cumbre de ir a tomar un aperitivo a la mayoría de bares del mundo. Buen ambiente, servicio estupendo y dispuestos a disfrutar.
Lo primero, elegir una buena mesa y darse una vuelta por la barra donde se exhiben, sin pudor, gran variedad de tapas capaces de hacer olvidar cualquier régimen previamente establecido y nunca conseguido.
La madre del cordero, ¡mira que tenemos buenas tapas en nuestra comunidad! Para ponerles un marco.
El solícito profesional viene a tomarnos nota y, pese a que ya hemos visto lo que ofrece el local, le pedimos que nos enumere la lista de sabrosos manjares.
Al minuto siguiente no nos acordamos de nada o, como mucho, del primero y del último plato. Vuelta a empezar… ¿Me dijo las patatas con cebolla y la sepia brava. La ensaladilla a la plancha o las croquetas rusas? Un mutis para darle una cuesco al niño que acaba de arrancarle la oreja a la niña o viceversa, que uno no quiere que le traten de machista.
Pues eso. Bolsa de patatas fritas, una de calamares (no quedan, se lo he dicho tres veces) bueno sepia, una de boquerones en vinagre y una de croquetas de bacalao.
Y nos quedamos a la espera de que nuestra vacía mesa se llene de viandas y si hay más que en la mesa de al lado, mejor, que se fastidien.
Ya están aquí las bebidas, la bolsa de patatas y un platito de cacahuetes que es obsequio de la casa.
Al abordaje. Y es que todo sabe mejor en una mesa mirando al mar o a la montaña. Vacaciones.
El problema se presenta, sin avisar, en unos segundos. Tenedor en ristre y ¡hala, a por ellos! Aquí nos damos cuenta de que sobra o falta un trozo de sepia, dos boquerones y dos croquetas… Rediez, somos cuatro y las raciones son impares. Pero… no se han dado cuenta de que han de poner pares para que no haya pelea…
El solícito profesional nos informa de que las raciones son así, y que si quieren más hay que pedirlo y se cobra aparte. Y a un servidor se le queda la cara de panoli porque no entiende que si, somos clientes pares, deberían tener la precaución de poner los trozos de las raciones pares, y lo mismo si fuéramos impares.
Pues no.
La realidad es que usted se va a encontrar con que siempre queda un trocito de la tapa que se regodea en el plato a la espera de quién va a ser el que se decida a hincarle el diente ante el estupor del resto de comensales.
Si vas con la familia, bien, no hay problema porque, en cuanto te descuides, tus hijos se habrán zampado la ración completa sin darte opción a quejas, pero cuando vas con amigos o con gente “de compromiso” la cosa cambia.
Fíjense cómo, al principio todos miran, de reojo, al plato. Se han dado cuenta de que sobran dos boquerones. Calma. En el plato de al lado sobra una croqueta y en la bolsa de papas… torpe el último.
Risas con los amigos y un ojo que no se desvía de los platos.
Primera ronda de pinchar y ¡releches!, ahí se queda huérfano el trozo sobrante. Siguen las risas, el ojo al plato y el boquerón huérfano que hasta parece que se cachondea de nosotros.
Comienza la ronda de “acábate lo que queda. No vais a dejar el plato con ese boquerón. Cógelo tú. No tú, que yo ya he comido…”.
Alguien llama a la policía. Hay una mesa que se han liado a tortas entre el bando de “cómetelo tú» y el de “yo ya tengo bastante”. Todo porque alguien no se paró a pensar que la satisfacción de sus clientes pasa por no llegar a las manos por culpa de las raciones pares o impares.
De verdad ¿tan difícil es poner un boquerón de más para que todos lo disfruten? Seguro que no les regatearán en el precio.
Y es que hay que pensar y eso cuesta…
Ya me dirán.
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2 comentarios en
bombonparati el 7 abril, 2015 a las 9:36 pm:
Querido Jose y experto en comidas,recordando el experimento de Pavlov solo con iniciar la lectura de la última entrada a tu blog, se empieza a segregar saliva.
Sigue deleitandonos
Rahul el 12 mayo, 2015 a las 3:08 pm:
El passat dieednrvs vaig anar a sopar amb uns companys de professif3, eren uns 12. Pre8viament havedem negociat un menfa tancat de 20€ amb el que vam quedar mes que contents no nome9s x la quantitat sinf3 tambe9 per la qualitat de la cuina, de la presentacif3 dels plats i del tracte del personal.Ens van oferir tres entrants per compartir que xonsistia en:- amanida te8bia de formatge de cabra amb maduixes.- calamars a la romana ( super frescos).- timbal de baldana, plat tedpicament tortosed qe ens va encantar tant als que erem de Tortosa con a la gent que va venir de fora. Despres vam menjar un segon plat a elegir entre:- llenguado a la salsa se bolets.- confit d’e0nec.Tant els que vam menjar un plat comL’altre els vam trobar bonedssims! Finalment en lloc de fer postre vam pactar amb l’ama del restaurant si ens podien fer un pasteds i la veritat es que ens van acceptar la proposta i el pasteds estava bonedssim. Aquest menfa ens va costar 20€/ persona i ame9s tb incloefa: pa, cafe8s i infusions, vi de la casa, aigua i cava. Realment tot un luxe, vam quedar tant satisfets que aquest proper dissabte hi tornem x dinar. Pd: ens van situar una taula gran i quadrada que va fer possible que tots ens pogue9ssim veure i xerrar tranquil-lament, vam agrair-hoPq era un sopar de feina i ens va ser mes fe0cil la conversa. A me9s la taula estava dintre del reservat del restaurant que oferia un clima edntim ideal x parlar de feina! Tot un luxe! 100% recomanable!